miércoles, 8 de octubre de 2008

Una película Intrigante: La Controversia del Código Da Vinci

Fernando Duque P. Ph. D.
Profesor Titular Ciencia Política
Universidad de los Lagos


La película titulada El Código Da Vinci ha desatado una gran controversia en países donde la religión cristiana es mayoritaria. Por un lado, una gran cantidad de católicos, ortodoxos y protestantes, se manifiestan sumamente ofendidos con la falta de respeto hacia Jesús y la fe que él encarna y representa. Por otro lado, sectores que defienden la libertad de conciencia y la objetividad científica se quejan de que jerarquías eclesiásticas conservadoras han iniciado una especie de nueva Inquisición. Estas enconadas acusaciones de uno y otro bando no hacen sino despertar la curiosidad y sorpresa de aquellos que no se abanderan en ninguno de estos bandos extremos. Naturalmente que a causa de toda esta conmoción, grandes muchedumbres se aglomeran para poder ver la película de marras. Este es otro caso que prueba que animosidades y discordia pública son en realidad la mejor propaganda.
Para comprender un poco mejor este fenómeno, es necesario hacerse algunas preguntas: ¿Por qué, aparentemente, hay un grado de nerviosismo en la jerarquía eclesiástica cristiana ante un película que se ha presentado como sólo una pieza de ficción?. ¿Por qué la inmensa mayoría de los líderes religiosos cristianos no han reaccionado con la misma fuerza con que previamente clérigos musulmanes reaccionaron ante ataques mucho más suaves a su fe y creencias más sagradas?. Estas son algunas preguntas que trataré de contestar en este pequeño artículo.
Historiadores, teólogos y otros académicos occidentales, especialistas en la Biblia, conocen muy bien los orígenes de éste, el más sagrado libro de la cristiandad. Se han escrito muchas tesis doctorales en filosofía, historia y ciencia política, donde se analiza y se admira la inmensa capacidad politológica de algunos emperadores romanos del siglo IV. Particularmente de Constantino el Grande. Los emperadores en una serie sucesiva de concilios y reuniones religioso-político de máxima importancia, lograron construir con éxito una ideología / religión sumamente poderosa. Una “Imago Mundi” unificada y coherente que llegó como un anillo divino al dedo imperial para defender los más profundos intereses del imperio. Junto a esta doctrina religiosa, se construyó una admirable institución, destinada a consolidar y expandir dicha doctrina. Y esta institución se ha mostrado como ejemplo, ya que se ha conformado en la madre de todas las instituciones al llevar ya más de 2000 años de existencia. En efecto, durante los Concilios de Nicea, Hippo y Cartago, se construyó y consolidó la Biblia actual. Las decisiones más importantes se tomaron en Nicea el año 325. Luego, el año 367, el obispo Atanasio de Alejandría recopiló una lista de obras que deberían incluirse en el Nuevo Testamento. Esta lista fue ratificada en el Concilio de Hippo en 393 y luego, en el Concilio de Cartago en el 397. En estos tres cruciales concilios se seleccionaron finalmente las obras que iban a componer el Nuevo testamento, tal como se conoce hoy día. Otras obras (varias decenas de evangelios y otros documentos del cristianismo primitivo), fueron rechazadas y desechadas por heréticas y finalmente quemadas. Al parecer, el criterio de selección o rechazo era si el documento era o no favorable a Roma y a los intereses del imperio. Todos aquellos documentos que condenaban a Roma por su conducta imperial y el tratamiento de los pueblos conquistados, fueron inexorablemente eliminados. A los cristianos seguidores de dichos evangelios heréticos se les persiguió y exterminó sin contemplaciones. Como resultado de este trabajo sistemizador y unificador, se conformó un cuerpo valórico sólido, coherente y sinérgicamente integrado. Esta doctrina unificada, más la poderosa institución eclesiástica, crearon una fuerza cultural enormemente potente que le permitió al imperio eliminar sus diferencias doctrinales y funcionar por 10 siglos más, hasta la caída de Constantinopla al fin de la edad media.
Es necesario enfatizar que todo este entramado valórico se basa en documentos del siglo IV de la era cristiana . En efecto, el Código Vaticano y el Código Sinaiticus fueron elaborados y terminados en dicho siglo. Ese fue el período de tiempo en que por primera vez la totalidad de la Biblia fue reunida en un solo volumen. Documentos originales y más antiguos que estos dos códigos han desaparecido por efecto del tiempo y también como resultado de las interminables luchas religiosas que se dieron entre diversos sectores cristianos primitivos y luego entre estos y las antiguas religiones paganas que los precedieron. Fueron precisamente estas luchas religiosas e ideológicas (Imago Mundi diferentes), que pusieron en peligro la estabilidad del sistema político imperial. Los dos códigos en referencia unificaron las creencias religiosas de una vez por todas y pusieron fin a un largo período de desestabilización política.
Es así como la piedra angular de la fe cristiana actual es sólo una copia de otras copias que se escribieron entre los siglos I y III. Es preciso recalcarlo una vez más: los Códigos Vaticano y Sinaiticus no son los documentos originales escritos por Marco, Mateo, Lucas y Juan. Son sólo copias de copias y éstas a su vez, copias de los documentos escritos poco después del paso de Jesús por Palestina y que se perdieron irremediablemente.
Por muchos siglo, la Biblia fue un documento infalible y respetado por todos. Pero a partir del siglo XV, la Biblia Católica, Apostólica y Romana empezó a ser severamente cuestionada por la ciencia y la filosofía moderna. El primero fue Copérnico (que fue censurado por sus ideas heréticas, como por ejemplo, argumentar que la tierra no era el centro del universo y además era redonda). Luego viene Bruno, que señaló que Dios estaba presente en la naturaleza, por lo tanto, en todas partes. Además señaló que el espacio era infinito. Por esta herejía, fue quemado en la Plaza de las Flores de Roma en 1600. Luego la crítica continúa con Galileo, Lutero y Calvino, para seguir son Darwin, Marx, Freud y Nietzsche. El proceso de cuestionamiento continúa durante el siglo XIX y la primera parte del siglo XX.
No obstante, un cuestionamiento radicalmente diferente se inició después de la Segunda Guerra Mundial. El análisis crítico de la Biblia aumentó enormemente con descubrimientos arqueológicos como los Rollos del Mar Muerto y la colección de Naj – Hammadi en Egipto en 1945. Como resultados de estos trascendentales descubrimientos, surgen a la luz pública evangelios heréticos y proscritos, tales como el Evangelio de la Verdad, el de los Egipcios, el de Tomás, el de Felipe, el de María Magdalena y muchos otros más. En dichos documentos, eliminados en el siglo IV por órdenes imperiales, se presenta una visión de Jesús y su doctrina radicalmente diferente a la propuesta por la Biblia. En estos manuscritos apócrifos es donde se argumenta que Jesús era en verdad un Mesías o Rey de los Judíos y que había adoptado una posición revolucionaria frente a Roma. Era además anticapitalista, proponía la eliminación de la propiedad privada y la esclavitud, defendía el comunismo primitivo de los Esenas y se había casado con María Magdalena. Se señalaba que Jesús era un individuo súper dotado, talvez el hombre más perfecto que el mundo haya conocido, pero que era hombre y no Dios.
Estos evangelios censurados y heréticos también son copias de copias, es decir, no son originales y los papiros que hoy existen son también del siglo IV. Estos documentos heréticos son los antecedentes arqueológicos que sirvieron de base al Código Da Vinci.
Podría argumentarse que hasta aquí, estas dos radicalmente diferentes interpretaciones de Jesús y de su doctrina, tienen desde el punto de vista histórico ( no desde el punto de vista de la fe), una validez historiográfica más o menos similar, ya que ambas se afirman en copias y ambas provienen del siglo IV.
En la historiografía (es decir, la historia construida en base a objetos, documentos y otros productos culturales científicamente validados), se identifican como aceptables, aquellos documentos originales y escritos en un tiempo lo más ceca posible al tiempo en que los fenómenos narrados ocurrieron. De esta manera se sostiene que, la llamada “Corrupción Legendaria”, no tiene tiempo suficiente para desarrollarse. Por lo general, esta Corrupción Legendaria ocurre cuando pasan más de dos generaciones entre la ocurrencia de los hechos y la preparación de documentos escritos que los narran y documentan. Bajo estos estándares, podría argumentarse que tanto la Biblia como los evangelios heréticos podrían estar contaminados por el desarrollo de leyendas. Por lo tanto, la verdad histórica sólo puede obtenerse y documentarse si se descubren documentos originales escritos en el idioma de Jesús, escritos en Palestina y elaborados para evangelizar a los habitantes del Medio Oriente.
Es probable que pronto se pueda resolver este enorme enigma. A fines del siglo XX se descubrieron miles de nuevos documentos. Los más importantes se descubrieron en 1976 en el Monasterio de Santa Catherine en el Monte Sinaí. Allí se descubrió una gran colección de manuscritos, los cuales son del siglo I y II. Se piensa que ellos tienen una enorme riqueza histórica (incluyendo páginas perdidas de otros textos). Desgraciadamente, los monjes guardianes de este material han permitido que este tesoro arqueológico sea sólo examinado por dos eruditos. Se alega además, que se ha denegado acceso a eruditos contrarios a la doctrina oficial.
A mí, personalmente, no me interesa el estado civil de Jesús o si fue sólo un hombre o es realmente Dios. De todos modos, cualquiera que sea el veredicto, yo seguiré creyendo en él, la virgen y los santos. La historia es una cosa y la fe es otra. No obstante, como cientista político, sí me interesa conocer en detalle su posición frente a la justicia, la ética, la esclavitud, el imperialismo romano, el capitalismo romano, la propiedad privada, la propiedad comunitaria y tantos otros temas relacionados con sus creencias y valores económicos, políticos y sociales. Desde mi punto de vista politológico, estas ideas sí que son de fundamental importancia para el futuro de la humanidad.

UN PROBABLE CAMBIO PARADIGMÁTICO EN LOS ESTADOS UNIDOS

F. Duque Ph.D.
Profesor Titular Ciencia Política
Universidad de Los Lagos
Septiembre 2008

Ahora, a finales de septiembre de 2008, el mundo ve con asombro el fin de una época histórica. Periodo que comenzó hace ya más de 230 años atrás. El gobierno de los ricos, por los ricos, y sólo para los ricos está llegando a su fin en los Estados Unidos de América.
En Wall Street, ya no queda ningún banco de inversión privada que controle las finanzas de los Estados Unidos. El control del crédito y las finanzas ha pasado, de un pequeño pero poderoso grupo de inversores privados, al congreso de los Estados Unidos. De los diputados y senadores depende ahora si la crisis financiera se transforma en una crisis económica de catastróficas consecuencias para USA y el mundo o si el sistema se estatiza suficientemente a tiempo para salvar la economía.
¿Cómo se ha caído en este abismo? Muchos observadores señalan que la elite plutocrática estadounidense a partir de 1970, injustamente, ha distribuido a su favor la riqueza y el ingreso nacional y al mismo tiempo, ha empobrecido a la inmensa mayoría de la población. Esta política regresiva y reaccionaria fue responsable en parte por la falta de demanda real que creo las crisis de estancamiento e inflación en los años 70´s y 80´s del siglo pasado. Para resolver este problema llamado debilidad estructural de la demanda, la elite plutocrática inventó con inteligencia maquiavélica el crédito masivo y fácil. Tarjetas de crédito para el consumo cotidiano y préstamos sin respaldos para gastos mayores como la adquisición de viviendas o automóviles.
Como era previsible, la burbuja de viviendas explotó en el 2007 y después de ello, se ha producido la miseria de millones de propietarios que han tenido que devolver sus casas a los bancos, estos a su vez, no han podido cubrir las enormes pérdidas y han quebrado unos tras otros como una fila de dominós colapsando. Para evitar que la crisis financiera se transforme en crisis económica, el Estado ha debido intervenir, tratando de crear mayor liquidez monetaria, a fin de evitar la paralización del crédito y del consumo. No obstante, los esfuerzos realizados a la fecha no han dado los resultados esperados. Cientos de miles de millones de dólares se han introducido en el mercado. Primero se entregó directamente dinero a las familias estadounidenses, las que han recibidos “regalos monetarios” de parte del Estado. Como esto no funcionó adecuadamente, el Estado ha abierto nuevas líneas de créditos para los bancos, ha ayudado a comprar bancos en quiebra y finalmente, ha optado por hacerse dueño directo de instituciones con problemas agudos. En otras palabras, se ha optado por una política estatista y de nacionalización de parte importante del sistema bancario.
Pero aún con toda esta gigantesca intervención estatal, los resultados no son los esperados y la economía estadounidense se encuentra paralizada y amenaza con empezar a retroceder para atrás aceleradamente. En agosto pasado, antes de los masivos despidos del sistema financiero, el desempleo ya estaba en 6.1 % o sea, casi al nivel sufrido durante la última recesión o también llamada “burbuja de las empresas electrónicas”. La reducción del ingreso de las grandes mayorías (ahora para tener un ingreso familiar con poder adquisitivo similar al de los años 60´s se necesitan que tanto el marido como la esposa trabajen), y la contracción del crédito popular en los últimos meses, ha producido una verdadera revolución pacífica en los Estados Unidos. A consecuencia de ella, es altamente probable que un ciudadano negro gane la presidencia del país. El estadounidense promedio es altamente pragmático y ante un colapso de su economía familiar, está dispuesto a olvidar su racismo ancestral. Obama es un genuino representante y que defiende los intereses de la clase media y proletariado estadounidense.
Su programa de gobierno incluye medidas para transformar la política y economía estadounidense de una plutocracia oligárquica a una verdadera democracia participativa. El candidato demócrata pretende bajar los impuestos de la clase media y proletaria y subir los impuestos de los ricos o sea, todos aquellos que ganen 250 mil dólares o más al año. Además, promete ahorrar los enormes recursos que se están gastando tanto en la producción de armamentos como en la guerra de Irak. También planea eliminar las grietas impositivas de los ricos, eliminar subsidios al empresariado y revisar la voluminosa ayuda externa a países tales como Egipto y Pakistán. Con los fondos que pretende sacar a los ricos y los ahorros presupuestarios, Obama pretende mejorar la salud, la educación y la vivienda del pueblo y, al mismo tiempo, iniciar un enorme programa de inversiones en infraestructura y en energía alternativas que reemplacen la gigantesca dependencia del petróleo extranjero.
La evolución histórica de la política estadounidense se puede analizar utilizando la teoría de la anaciclosis elaborada por Maquiavelo hace ya varios siglos atrás. Esta es una teoría que describe, explica y trata de predecir la marcha de la historia y por lo tanto, es una visión teleológica. Ella señala que por lo general, todas las sociedades humanas se mueven de formas de gobiernos tradicionales, a formas de gobiernos más participativos y democráticos. Es decir, del gobierno de uno, se pasa al gobierno de unos pocos y se termina con el gobierno de todos.
El proceso evolutivo se inicia con el gobierno del filósofo rey que gobierna para todos es decir, para el bien común. Esta es la forma llamada MONARQUÍA y es una forma benigna que sobrevive mientras las dinastías monárquicas mantienen niveles éticos adecuados. Cuando este gobierno benigno se corrompe, la sociedad cae en las garras del gobierno maligno de sólo uno. Este soberano gobierna en forma ilegal ya que lo hace sólo a favor de sí mismo o de su clase social, olvidándose del bien común. Así, el gobierno de uno se transforma en TIRANÍA, que sólo trae sufrimiento e injusticia a toda la sociedad. Cuando la tiranía llega a niveles extremos de corrupción, se produce una revolución y nace así el gobierno de unos pocos o sea, de los ricos, pero en beneficio de todas las clases sociales. Por lo tanto, este también es un gobierno benigno (al igual que la monarquía) y es gobierno de unos pocos pero inspirados por una gran ética y patriotismo; se le llama ARISTOCRACIA. En otras palabras, el gobierno de los mejores pero para el beneficio del bien común.
Cuando la aristocracia se corrompe, ya que los ricos comienzan a gobernar para beneficio propio y deciden explotar injustamente a la sociedad, nace el gobierno OLIGÁRQUICO también llamado “plutocracia maligna”. Después de décadas o siglos de sufrimiento, y ante esta injusticia extrema, el pueblo se revela y nace un gobierno benigno llamado DEMOCRACIA. Este es el gobierno de todos es decir, el gobierno de la mayoría (los pobres) pero que gobiernan en beneficio de todas las clases sociales esto es, para el bien común.
Cuando la democracia se corrompe y el pueblo empieza a abusar de la república y pierde sus virtudes éticas, nace la OCLOCRACIA. Este es un gobierno maligno de los pobres con los pobres y sólo para los pobres. La plebe corrupta arruina el erario nacional, cae en prácticas y costumbres hedonistas, deja de trabajar productivamente y despilfarra las riquezas nacionales. Como consecuencia de toda esta corrupción y decadencia, la oclocracia destruye el sistema político y la sociedad libre deja de existir y cae en una dependencia extrema. El Estado se transforma en un Estado Fallido, ya que éste, gracias a su debilidad, es fácilmente conquistado y colonizado por un país vecino mejor organizado. En este camino evolutivo de tipo pesimista (se avanza de los bueno a lo malo) la sociedad originalmente libre, termina por transformarse en una vulgar colonia dependiente de un Estado más poderoso y mejor organizado.
¿Es posible usar la teoría de la anaciclosis para tratar de entender la marcha teleológica de la sociedad estadounidense? En el caso de ese gran país la historia se inicia con la monarquía benigna de Isabel I que gobernó en el siglo XVI y a éste monarca se suceden una serie de monarcas benignos que gobiernan el país hasta bien entrado el siglo XVII. Sin embargo, las cosas cambiaron y para los estadounidenses la monarquía inglesa gradualmente se transformó en tiranía para mediados del siglo XVIII. Ella terminó con la revolución americana de 1976. Los Estados Unidos rompen con el imperio británico y crean una república aristocrática benigna. Esta forma de gobierno se extiende por el resto del siglo XVIII y casi todo el siglo XIX. No obstante, a fines del siglo XIX la aristocracia americana inició un acelerado proceso de corrupción valórica. Los descendientes de los pioneros aristocráticos de antaño, son ahora súper ricos y superpoderosos y con control absoluto sobre la sociedad. Y se produjo lo que se ha dicho tantas veces, el poder absoluto corrompe absolutamente. La clase gobernante perdió gran parte de su ética puritana anterior. El estoicismo calvinista fue reemplazado por el hedonismo consumista.
Este gigantesco cambio cultural se constituyó en la base ética y valórica que dio nacimiento a una gran cantidad de crisis financieras y crisis económicas. El deseo de lucro individual desenfrenado fue mucho más importante que el interés nacional y el interés público. Afortunadamente, a principios del siglo XX, esta crisis ética fue sustancialmente reducida por Teodoro Rossevelt y otros líderes del movimiento progresista. Este miembro de la elite aristocrática pudo, con éxito, revertir la corrupción y evitar el cambio de sistema político, logrando así la sobrevivencia de la aristocracia.
Pero el cáncer de la oligarquía era grave y el sistema político volvió a entrar en crisis a finales de los años 20´s con la llamada sociedad Gilded. Nuevamente, otro representante de la elite aristocrática logró salvar al país, y esta vez fue el presidente Franklin Delano Rossevelt (primo del anterior). Gracias al estado de bienestar creado por Rossevelt, el país se recuperó, y para fines de los años 30´s, la segunda guerra mundial terminó por curar los problemas y desajustes económicos que aún sobrevivían. Estados Unidos se transformó en el país más poderoso del planeta. Todo esto gracias a que la economía mixta del estado de bienestar funcionó bien; gracias a las intervenciones, regulaciones y controles impuestos en los años 30´s y 40s´, los años 50´s y 60´s fueron la época de oro del sueño americano.

No obstante para finales de años 70´s, la avaricia y el deseo de lucro desenfrenado empezó a levantar cabeza una vez más, y la elite plutocrática estadounidense inició un acelerado proceso de corrupción ética. A consecuencia de esto, la economía se desrreguló y privatizó a partir de los años 80´s y con todo ello, empezó el enriquecimiento acelerado de la elite. Simultáneamente empezó también el empobrecimiento relativo de la case media y del proletariado. El cáncer ético se incrementó exponencialmente en los años 90´s y así nació una nueva época Gilded que se consolidó durante los primeros siete años del siglo XXI.
Ahora estamos a las puertas de un cambio paradigmático. Es probable que la tercera corrupción de la elite oligárquica (la tercera es la vencida) no tenga solución. Después de gastar más de un trillón de dólares en resolver la actual crisis crediticia, es probable que todo este gasto no sea suficiente para evitar una gravísima depresión económica.
Gracias al salvataje estatal programado durante estos días, los bancos podrían empezar a tratar de prestar dinero y una vez más, incentivar artificialmente el consumo. Pero las medidas propuestas no incluyen una política más justa de distribución del ingreso, incluyendo salarios mejores que puedan crear una demanda verdadera y real. Es probable que después del pánico de estos días, el ciudadano promedio se resista a gastar y por lo tanto, se niegue a consumir como antes. Este miedo o fenómeno psicológico se transformaría así en el catalítico que iniciaría un punto de inflexión que dé inicio a una verdadera depresión económica.
Como resultado de todo esto es probable que el senador Obama gane las próximas elecciones, y el partido demócrata controle ambas cámaras del congreso. Una vez en el poder, los nuevos líderes darán inicio a un cambio paradigmático. Es decir, de un gobierno favorable a unos pocos ricos, a un gobierno favorable para la mayoría. El gobierno habrá así cambiado de oligarquía a democracia, es decir, el gobierno de la mayoría pero para beneficio de todos.
El futuro presidente y sus sucesores harían muy bien si simultáneamente, con los cambios radicales propuestos, se implementen las medidas necesarias para revivir viejos valores estoicos y puritanos y así evitar la oclocracia y luego, la fatal vuelta a la dependencia colonial.

LOS PUEBLOS TIENEN LOS GOBIERNOS QUE SE MERECEN

Fernando Duque Ph.D.
Profesor titular Ciencia Política
Universidad de los Lagos
Julio de 2006

En tiempos de crisis, los miembros de una organización tienen al menos dos opciones claramente diferenciadas, una racional y la otra irracional. Las organizaciones razonablemente sanas o sea, aquellas en que la mayoría de sus miembros tienen una cultura pro trabajo, son relativamente productivas y adoptan conductas éticas y orientadas al bien común; tienden a elegir y a seguir a aquel líder que se destaca por su demostrada bondad, inteligencia superior, fortaleza física y el atractivo irresistible de su personalidad. Los miembros de la organización no tienen miedo que dicho líder carismático o mesiánico ponga en peligro los intereses particularistas de cada individuo dentro del grupo. Se produce así un casamiento o congruencia positiva entre el líder y sus seguidores. Dado este peculiar y feliz fenómeno, por lo general la organización logra resolver sus problemas y salir de la grave crisis que ha amenazado su seguridad y sobrevivencia.

Por el contrario, en organizaciones enfermas y en franco proceso de decadencia institucional, el fenómeno es totalmente distinto. Organizaciones decadentes son aquellas que sufren graves síntomas de lo que Víctor Thompson llamó “BUROPATOLOGÍAS”. Uno de los aspectos más importantes de este fenómeno, radica en que la mayoría de los miembros de la organización, sufren el llamado “síndrome de corrupción burocrática” esto quiere decir, que la mayoría de sus miembros tienen una cultura hedonista, lúdica o epicúrea y por lo tanto son improductivos y adoptan conductas relativamente corruptas y orientadas a defender sus privilegios particularistas. Estos tipos de individuos, en tiempos de crisis tienden a elegir, como autoridad a individuos mediocres y burocráticos. En otras palabras a directivos que no representan un peligro evidente para sus intereses individualistas egoístas y espurios. En otras palabras, no se elige al mejor. Por el contrario se elige aquel burócrata que da expresas garantías y que promete no tocar los privilegios previamente logrados dentro de la organización. Con un liderazgo de este tipo, la organización no es capaz de corregir su rumbo y termina por dirigirse derecho al precipicio. De este modo, cada uno de los miembros de la organización en decadencia, saltan como borregos uno detrás del otro hacia el despeñadero.

La literatura organizacional ilustra el fenómeno previamente descrito, con una amplia colección de casos emblemáticos.

Por ejemplo un pueblo en crisis, pero relativamente sano, tal como lo fue los Estados Unidos en el siglo pasado, elige a Teodoro Roosevelt al principio del siglo 20, sigue con Wilson antes de la primera guerra mundial y termina con Franklin D. Roosevelt después de la gran crisis del año 29. Por el contrario, el mismo pueblo, pero esta vez en franco proceso de decadencia política elige a George W. Bush a fines del siglo 20. En Europa, las elecciones de Churchill y de Charles de Gaulle, también se dan como ejemplos de pueblos sanos pero en crisis que supieron elegir al líder indicado cuando este era más necesitado.

En nuestro país por desgracia, la combinación o casamiento benigno entre pueblo relativamente sano y líderes de verdad, se dio una sola vez en su historia y este fue el caso extraordinario de la república portaliana entre 1830 y 1860. Posteriormente, sólo los valientes pero trágicos intentos de Balmaceda, Aguirre Cerda y Allende se destacan dentro de un uniforme océano de mediocridad y decadencia política.

Ahora en el 2006, el sistema político chileno ha entrado en un agudo proceso de incongruencia politológica. La inmensa mayoría de la población, gradualmente se está dando cuenta que su carácter nacional y su cultura política es profundamente antiliberal. Por el contrario, es ya evidente lo que se ha descubierto por numerosos estudios académicos, que el chileno promedio es autoritario, machista, colectivista y profundamente estatista. La inmensa mayoría está demandando la intervención directa del Estado en la solución de los gravísimos problemas nacionales de salud, educación, vivienda, empleo, transporte, infraestructura, energía, seguridad ciudadana, seguridad social, justicia, finanzas, protección del medio ambiente y tantos otros servicios públicos que ahora están directa o indirectamente en manos del sector privado.

En junio del 2006, los gobernados en Chile despertaron de una larga pesadilla que ya lleva más de 30 años. Los pingüinos dieron el grito de alarma y pronto otros sectores de la inmensa población postergada han empezado a movilizarse. Ya no tienen miedo y piensan por si mismos. Más aún, los gobernados más pobres le han perdido el respeto a las autoridades. Hace un par de días le dijeron a la presidenta que se esfumara. Los gobernantes enquistados, tanto en el aparato estatal como en la oposición, siguen tozuda y torpemente amarrados al modelo neoliberal que ya hace agua por todos lados. Los cambios de ministros no resolverán absolutamente nada. La olla ya se destapó y sólo un nuevo tirano puede taparla.

La gigantesca brecha entre el espíritu, alma o carácter nacional y el modelo imperante (incongruencia politológica discutida extensivamente por Aristóteles, Polibio, Maquiavelo, Montesquieu, Hegel y en la actualidad Harry Eckstein, Samuel P. Huntington, Gabriel Almond y tantos otros), está produciendo un clima altamente conflictivo que sólo puede terminar en un abismo difícil de calcular. La población empieza a comprender que el modelo neo liberal, excelente para países con cultura económica calvinista y cultura política liberal; en Chile se torna cada vez más nocivo. No hay ninguna demanda social que pueda ser adecuadamente satisfecha tal como sí lo es en países anglosajones y de Europa del norte. En otras palabras, no hay servicio (público o privado) que cuente con la aprobación y satisfacción de las grandes mayorías. En verdad aquí en Chile, nada funciona como debiera funcionar de acuerdo al modelo.

La única solución es reemplazar el modelo actual con un modelo congruente con el alma o espíritu nacional. Ya se empieza a comprender que para los pobres extremos y la clase media baja (80% de la población) los únicos modelos que han dado un nivel de vida aceptable han sido la época portaliana, entre 1830 y 1891 y posteriormente, la época del Estado de bienestar 1920 – 1973. En estos dos periodos, los servicios básicos y esenciales para la población fueron directamente administrados por el Estado. También se ha comprendido que los peores períodos para la inmensa mayoría de los chilenos han sido los modelos liberales impuestos arbitrariamente y traicioneramente entre 1891 y 1919; y luego, entre 1973 y nuestros días. Sin capacidad empresarial nacional y sin una cultura política liberal, el liberalismo en Chile ha sido un rotundo fracaso.

Hoy día, un modelo que enriquece escandalosamente a una ínfima e insignificante minoría de la población, pero empobrece a más de 15 millones no sólo es injusto e inmoral, sino que además no es sustentable a menos que se imponga nuevamente por una brutal tiranía derechista.

Educación Chilena en Crisis: Un Par de Causas Importantes del Fracaso

Fernando Duque Ph. D
Profesor Titular Universidad de los Lagos
Puerto Montt, Junio de 2006

Ya nadie, con un mínimo de objetividad, duda que la educación chilena es de mala calidad.
¿Cómo explicar este fenómeno?. Entre las muchas causas, hay tres factores que son antecedentes de esta lamentable situación. Estas son, primero, la calidad del empresariado educacional, segundo, la calidad de la administración pública encargada de regularlos y tercero, una mentalidad dependiente.
Primero, la mayoría de los empresarios educacionales o también llamados sostenedores, tienen características éticas similares a los hombres de negocios de la época premoderna y subdesarrollada. Esto quiere decir, que su sistema motivacional está influenciado por el deseo de tener las máximas ganancias posibles (espíritu de lucro) y luego, disfrutar de dichas riquezas. El lujo, la ostentación y el consumo superfluo son poderosos indicadores de estatus social y ésta es la motivación principal del empresariado nacional.
El prototipo ideal del empresariado moderno, occidental y desarrollado, está representado por el modelo de los hombres de negocios calvinistas. Este empresario, debido a sus creencias religiosas, no puede disfrutar de los resultados de su trabajo. No puede gastar dinero en sí mismo, y esto debido a poderosos escrúpulos contrarios a la autoindulgencia, la vanidad y el consumo superfluo. Por lo tanto, este empresario moderno trabajólico, reinvierte un altísimo porcentaje de sus utilidades en su empresa y esta es la razón por la cual rápidamente prospera y se hace rico. No obstante esta riqueza, el empresario calvinista debe vivir modestamente y antes de morir debe asegurarse que su fortuna vuelva a la sociedad a través de planes y programas filantrópicos. Este empresario prototipo tiene un profundo temor a Dios y cree firmemente en aquel principio que señala, que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de los cielos.
En conclusión, el empresario calvinista, de sus esfuerzos no obtiene nada para sí mismo, excepto una satisfacción un tanto irracional de haber hecho su trabajo de la mejor forma posible. Es decir, la satisfacción que producen los logros alcanzados en forma ética y eficiente. Naturalmente, este empresario tiene tendencia a pagar buenos salarios a su personal, conseguir altos niveles de productividad y obtener altos niveles de calidad en los productos y servicios que su empresa entrega a la sociedad. El ver crecer y desarrollarse a este “hijo” predilecto - su empresa - es lo que hace al empresario feliz (extraído de Max Weber, “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo”, traducido por T. Parson, Nueva York, Escribner, 1930, pág. 71 – 336, 339).
El segundo factor en la tragedia educacional chilena es la pésima calidad de la administración pública chilena, particularmente, la administración municipal. Se requiere un Estado regulador de altísima competencia capaz de detectar y rápidamente controlar las naturales distorsiones del mercado. Estas distorsiones se producen por la conducta de empresarios que se desvían del modelo calvinista y caen en conductas premodernas. El Estado introduce así, efectivamente, los cambios y correcciones necesarios, particularmente a través de una enorme cantidad de incentivos, subsidios y ventajas tributarias. Con calidad ética y funcionarial, el Estado regulador fija los parámetros o marcos de referencia de la educación pública y privada y luego vigila severamente que dichos estándares se cumplan a cabalidad. Entrega subsidios a los ciudadanos para que ellos elijan la mejor educación y con ellos premian a aquellos empresarios que dan un mejor servicio dentro de un sistema de sana competencia. Por supuesto, también castigan y eliminan a aquellas organizaciones públicas y privadas que no cumplen con dichos estándares. Este es el modelo que se ha implementado con éxito en algunos Estados de la costa nororiental de los Estados Unidos.
En Chile, el proceso regulador se ha entregado principalmente a las municipalidades. Las municipalidades ricas en recursos, pueden de alguna manera cumplir en un mínimo grado con estas actividades regulatorias, por tanto, sus instituciones educacionales funcionan un poco mejor que el resto. Pero las municipalidades pobres (la inmensa mayoría), no son capaces de cumplir con su función regulatoria. Es necesario agregar que las municipalidades también administran directamente escuelas primarias y secundarias y naturalmente, la gestión de dichas escuelas, en su inmensa mayoría, es verdaderamente patética. Funcionarios, mal pagados y relativamente corruptos, invariablemente caen en una posición complaciente frente a evidentes violaciones a los estándares acordados. Por su parte, el Ministerio de Educación tampoco cumple adecuadamente con su actividad regulatoria y sólo se limita a aumentar el gasto en educación. Estos han crecido al menos cuatro veces desde 1990. Pero los resultados en vez de mejorar, van empeorando.
El tercer factor importante ha sido una persistente dependencia ideológica de modelos educacionales extranjeros, totalmente incongruentes con la realidad nacional. Desgraciadamente, este no es un fenómeno nuevo. Ya a principios del siglo XX, Encina se quejaba amargamente de la educación afrancesada que había terminado por corromper el alma nacional. Señalaba que esta educación elitista, importada por los liberales a partir de la segunda mitad del siglo XIX, era una verdadera catástrofe nacional. Una pobre, ridícula y mal hecha imitación de la educación para la aristocracia europea y que había terminado por destruir la ética de trabajo de los chilenos. La educación importada por los liberales, era sólo buena para producir poetas, pintores, escultores, teólogos, literatos, filósofos, abogados y médicos. Pero pésima para crear y fortalecer la fuerza de trabajo, tales como buenos mineros, artesanos, agricultores, comerciantes, banqueros, y sobre todo eficientes capitanes de empresas industriales. Encina concluía señalando que este tipo de educación libresca y sin valores pro trabajo productivo, estaba arruinando a Chile y por este error, las generaciones futuras tendrían que pagarlo muy caro. Terminaba con su famosa frase: “La mona aunque vestida de seda, mona se queda”. Por supuesto que un error trágico y similar cometieron los liberales de fines del siglo XX. Se copió el modelo norteamericano de la llamada Privatización e “Reinvención del Gobierno”. Se pensó que los empresarios chilenos eran igualmente eficientes, innovativos y audaces como los estadounidenses. También se pensó que las municipalidades eran parecidas a los gobiernos locales de la Nueva Inglaterra. Los resultados de este mayúsculo error ideológico están a la vista y ahora todos los pueden palpar.
Con capitalistas premodernos, con burócratas incompetentes y con mentalidad ideológicamente dependiente, es un verdadero milagro que el sistema educacional, implantado por la dictadura, haya durado 30 años sin una crisis terminal. Obviamente, que las manifestaciones de estos últimos días señalan el comienzo del fin de este sistema.

Chile 2010: dos posibles escenarios

Por: Fernando Duque Ph.D.
Profesor titular
Ciencias Políticas, Universidad de Los Lagos
Campus Chinquihue, Puerto Montt
Mayo, 2006

Son las fiestas patrias del año 2010, y hay enorme alegría y satisfacción por parte de la ciudadanía. Chile ha salido por fin del subdesarrollo y avanza decididamente hacia el progreso y un futuro aún mejor. Todo empieza a verse color de rosa. El país tiene una pujante economía con un desarrollo similar al que tiene Grecia y Portugal. En otras palabras un ingreso per cápita de casi 9.000 dólares reales (ó 15.000 dólares corregidos por poder de compra). En términos cualitativos, la calidad de vida ha mejorado sustancialmente.

Los índices de criminalidad han disminuido drástica y significativamente. Por su parte, casi no hay desempleo y la calidad de la educación, salud, justicia, vivienda, seguridad social y seguridad ciudadana han también mejorado significativamente. Prácticamente se está a niveles de país moderno y desarrollado. Chile por fin ya no es pobre.

Este es el escenario rosado con el que los neoliberales siempre han soñado. Lo vaticinaron los “Chicago boys” en 1976 cuando con la ayuda de Friedman señalaban que Chile en 30 años alcanzaría el nivel de sociedad y economía desarrollada. Lo vaticinó también Ricardo Lagos cuando indicó en 1999, que Chile estaría en esta situación privilegiada para el 2010. Ahora, en abril de 2006, Sebastián Piñera indica que si Chile hace las cosas bien y crece con las tasas de crecimiento que se tenían entre 1986 y 1997, se obtendría el ansiado desarrollo para el bicentenario. No obstante, todas estas cuentas alegres y futuristas, hay otro escenario terrible y diametralmente opuesto.

Son las mismas fiestas patrias en 2010, pero ellas se han suspendido bajo el estado de sitio. Los disturbios populares sumamente frecuentes en el 2009, se han transformado en pandemia virulenta, desde comienzos de año.

La cesantía está en casi un 30% y esto principalmente porque el mundo dejó de comprar los productos de exportación chilenos. Una gigantesca depresión económica afecta al mundo. Muy parecida a la recesión de la primera década del siglo 20 y que luego se repitió en 1918, para terminar con el colapso de la primera globalización en la gran depresión de 1929. Tal como en las catástrofes económicas de la primera mitad del siglo 20, Chile ahora nuevamente era el país más afectado por el desastre económico global. Cientos de miles de personas emigraban de las zonas rurales a las grandes ciudades, haciendo colapsar todos los servicios públicos. Colas interminables de miserables ciudadanos esperaban un plato de sopa caliente en los albergues que se creaban por todas partes, en un intento por palear la catastrófica crisis. No obstante, los estallidos de violencia emocional habían aumentado peligrosamente y se hizo necesaria la instauración del estado de sitio. El futuro se veía negro como la boca de un lobo estepario.

¿Cual de estos dos escenarios es el que tiene mayores probabilidades de ocurrir? ¿El rosado o el negro?

Personalmente creo que el escenario rosado no se realizará y esto por las siguientes razones: Chile es un país extremadamente dependiente y esto es así desde 1891. Primero la dependencia fue con respecto al imperio británico y ahora con respecto a los Estados Unidos.

El tiempo perdido del que habla Piñera no se puede recuperar y esto porque los períodos de crecimiento que tuvo Chile desde 1973 a la fecha, se debieron a factores externos o también relacionados con lo que se llama dependencia positiva.

La gran crisis 1973 – 1976, la pudo salvar Estados Unidos con una avalancha de créditos blandos y donaciones que el gobierno norteamericano le hizo a la dictadura. Esto, más la capacidad asesora y empresarial de los Estados Unidos, fueron factores determinantes en la recuperación de 1977 – 81. Factor, no menos significativo en esta recuperación, fue el terror laboral que aumentó drásticamente la productividad de empleados y obreros.

La segunda gran crisis de 1982 – 1984, la resolvió Estados Unidos con una avalancha de inversiones privadas hechas por las multinacionales estadounidenses. Esta vez el diluvio de capitales fue acompañado por una enorme inyección de capacidad empresarial y tecnología de punta que estas corporaciones trajeron a Chile. Posteriormente, el “milagro chileno” de 1986 a 1997 se produjo en gran medida por estos importantísimos factores externos (dependencia positiva) y también por la terrible represión laboral que se institucionalizó durante todo este período.

Pero ahora a comienzos del 2006, la gran potencia del norte está ocupada y mortificada por sus guerras en el oriente medio y en Asia y no tendrá ni el tiempo ni los recursos para salvar a su sobrino favorito en América Latina. A partir de 1998, las inversiones estadounidenses en Chile se han reducido significativamente. Simultáneamente, la salida de recursos chilenos hacia los centros metropolitanos (ganancias, intereses del capital, fletes, seguros y otros) ha aumentado exponencialmente. Sólo las ganancias de las multinacionales productoras de cobre fueron más de 10.000 millones de dólares en 2005. Riqueza que, naturalmente, dejó Chile y fue a enriquecer a la metrópolis.

Por otro lado, el presidente Lagos, levantó la tapa de la represión laboral en el año 2000. En gran medida esta sustancial reducción del miedo fue lo que lo hizo tan popular a fines de su mandato. Efecto indirecto pero no deseado, de esta nueva política laboral ha sido, que la productividad de la fuerza laboral chilena se estancó y ha sufrido una significativa disminución. La reducción de capitales, tecnología, capacidad empresarial sumado a la baja de productividad del factor trabajo, son las causas principales por las que el crecimiento promedio del 8% entre 1986 y 1987, bajó al 4% durante el gobierno de Lagos. Esta desaceleración de la economía habría sido mayor si no hubieran existido los enormes aumentos en el precio del cobre a partir del 2004.

Ahora con la señora Bachelet en la Moneda, es altamente improbable que el coloso del norte decida inundar nuevamente a Chile con sus inversiones, tal como lo hizo durante el famoso “milagro”. También es altamente improbable que ella trate de aumentar la productividad laboral del factor trabajo con la política laboral de la dictadura. La consecuencia de todo esto, será que la tasa de crecimiento (tan pronto como se acabe la bonanza del cobre) seguirá decreciendo y adoptará las tasas históricas que tuvo Chile durante todo el siglo 20, es decir un 1% de crecimiento anual per cápita. Por lo tanto Chile no será un país desarrollado en el año 2010, y el escenario rosado tiene muy pocas probabilidades de realizarse.

Finalmente, es necesario explorar las posibilidades del escenario negro ¿Qué probabilidades reales existen de que se produzca una recesión económica global?

Si el precio del petróleo se mantiene, por un año o más por sobre los 70 dólares el barril (o peor aún si sube a 100 dólares o más), las posibilidades de una severa recesión serían altísimas.

En los últimos 70 años, cada vez que el petróleo alcanzó precios como los que existen hoy en día, invariablemente esto produce el inicio del ciclo económico negativo. El petróleo afecta a todas las actividades humanas, por lo tanto sus altísimos precios tienden a encarecer los costos de producción de todos los bienes y servicios. Esto invariablemente se transforma en inflación galopante que necesariamente debe ser controlada con una drástica subida de las tasas de interés de parte de los bancos centrales del mundo. La simultánea subida de estas tasas de interés a nivel global, encarecerá enormemente el crédito y esto desacelerará la economía planetaria. Todos tratarán de protegerse con medidas proteccionistas y así el mundo entrará en recesión.

Con toda recesión, lo primero que se viene al suelo, son los precios de las materias primas (comodities), y así es probable que el cobre se cotice (si es que se cotiza) a pocos centavos de dólar la libra. Lo mismo sucederá con la fruta, otros productos agrícolas, la madera, productos marinos, y el resto de exportaciones no industriales y de poco valor agregado. Las exportaciones industriales podrán sobrevivir por algunos meses, mas debido a las medidas proteccionistas aplicadas por todos, estas actividades también eventualmente declinarán.

Algo parecido sucedió después de 1929 y es altamente probable que suceda de nuevo. En conclusión las probabilidades que ocurra el escenario negro son altas, y ello obligaría a cualquier país razonable a tomar medidas preventivas. Una de ellas sería crear a la brevedad posible, un amplio sistema de empresas estatales (bajas en tecnología pero altas en la ocupación de mano de obra) y que estas se dediquen a producir los bienes y servicios que el consumo interno demanda. Ojala que el escenario negro nunca ocurra, pero si por desgracia, la economía mundial se paraliza, Chile estaría mucho mejor preparado que en 1929. Así el enorme sufrimiento de esos terribles años, no volvería a repetirse.

miércoles, 1 de octubre de 2008

UN PROBABLE CAMBIO PARADIGMÁTICO EN LOS ESTADOS UNIDOS

F. Duque Ph.D.
Profesor Titular Ciencia Política
Universidad de Los Lagos
Septiembre 2008

Ahora, a finales de septiembre de 2008, el mundo ve con asombro el fin de una época histórica. Periodo que comenzó hace ya más de 230 años atrás. El gobierno de los ricos, por los ricos, y sólo para los ricos está llegando a su fin en los Estados Unidos de América.
En Wall Street, ya no queda ningún banco de inversión privada que controle las finanzas de los Estados Unidos. El control del crédito y las finanzas ha pasado, de un pequeño pero poderoso grupo de inversores privados, al congreso de los Estados Unidos. De los diputados y senadores depende ahora si la crisis financiera se transforma en una crisis económica de catastróficas consecuencias para USA y el mundo o si el sistema se estatiza suficientemente a tiempo para salvar la economía.
¿Cómo se ha caído en este abismo? Muchos observadores señalan que la elite plutocrática estadounidense a partir de 1970, injustamente, ha distribuido a su favor la riqueza y el ingreso nacional y al mismo tiempo, ha empobrecido a la inmensa mayoría de la población. Esta política regresiva y reaccionaria fue responsable en parte por la falta de demanda real que creo las crisis de estancamiento e inflación en los años 70´s y 80´s del siglo pasado. Para resolver este problema llamado debilidad estructural de la demanda, la elite plutocrática inventó con inteligencia maquiavélica el crédito masivo y fácil. Tarjetas de crédito para el consumo cotidiano y préstamos sin respaldos para gastos mayores como la adquisición de viviendas o automóviles.
Como era previsible, la burbuja de viviendas explotó en el 2007 y después de ello, se ha producido la miseria de millones de propietarios que han tenido que devolver sus casas a los bancos, estos a su vez, no han podido cubrir las enormes pérdidas y han quebrado unos tras otros como una fila de dominós colapsando. Para evitar que la crisis financiera se transforme en crisis económica, el Estado ha debido intervenir, tratando de crear mayor liquidez monetaria, a fin de evitar la paralización del crédito y del consumo. No obstante, los esfuerzos realizados a la fecha no han dado los resultados esperados. Cientos de miles de millones de dólares se han introducido en el mercado. Primero se entregó directamente dinero a las familias estadounidenses, las que han recibidos “regalos monetarios” de parte del Estado. Como esto no funcionó adecuadamente, el Estado ha abierto nuevas líneas de créditos para los bancos, ha ayudado a comprar bancos en quiebra y finalmente, ha optado por hacerse dueño directo de instituciones con problemas agudos. En otras palabras, se ha optado por una política estatista y de nacionalización de parte importante del sistema bancario.
Pero aún con toda esta gigantesca intervención estatal, los resultados no son los esperados y la economía estadounidense se encuentra paralizada y amenaza con empezar a retroceder para atrás aceleradamente. En agosto pasado, antes de los masivos despidos del sistema financiero, el desempleo ya estaba en 6.1 % o sea, casi al nivel sufrido durante la última recesión o también llamada “burbuja de las empresas electrónicas”. La reducción del ingreso de las grandes mayorías (ahora para tener un ingreso familiar con poder adquisitivo similar al de los años 60´s se necesitan que tanto el marido como la esposa trabajen), y la contracción del crédito popular en los últimos meses, ha producido una verdadera revolución pacífica en los Estados Unidos. A consecuencia de ella, es altamente probable que un ciudadano negro gane la presidencia del país. El estadounidense promedio es altamente pragmático y ante un colapso de su economía familiar, está dispuesto a olvidar su racismo ancestral. Obama es un genuino representante y que defiende los intereses de la clase media y proletariado estadounidense.
Su programa de gobierno incluye medidas para transformar la política y economía estadounidense de una plutocracia oligárquica a una verdadera democracia participativa. El candidato demócrata pretende bajar los impuestos de la clase media y proletaria y subir los impuestos de los ricos o sea, todos aquellos que ganen 250 mil dólares o más al año. Además, promete ahorrar los enormes recursos que se están gastando tanto en la producción de armamentos como en la guerra de Irak. También planea eliminar las grietas impositivas de los ricos, eliminar subsidios al empresariado y revisar la voluminosa ayuda externa a países tales como Egipto y Pakistán. Con los fondos que pretende sacar a los ricos y los ahorros presupuestarios, Obama pretende mejorar la salud, la educación y la vivienda del pueblo y, al mismo tiempo, iniciar un enorme programa de inversiones en infraestructura y en energía alternativas que reemplacen la gigantesca dependencia del petróleo extranjero.
La evolución histórica de la política estadounidense se puede analizar utilizando la teoría de la anaciclosis elaborada por Maquiavelo hace ya varios siglos atrás. Esta es una teoría que describe, explica y trata de predecir la marcha de la historia y por lo tanto, es una visión teleológica. Ella señala que por lo general, todas las sociedades humanas se mueven de formas de gobiernos tradicionales, a formas de gobiernos más participativos y democráticos. Es decir, del gobierno de uno, se pasa al gobierno de unos pocos y se termina con el gobierno de todos.
El proceso evolutivo se inicia con el gobierno del filósofo rey que gobierna para todos es decir, para el bien común. Esta es la forma llamada MONARQUÍA y es una forma benigna que sobrevive mientras las dinastías monárquicas mantienen niveles éticos adecuados. Cuando este gobierno benigno se corrompe, la sociedad cae en las garras del gobierno maligno de sólo uno. Este soberano gobierna en forma ilegal ya que lo hace sólo a favor de sí mismo o de su clase social, olvidándose del bien común. Así, el gobierno de uno se transforma en TIRANÍA, que sólo trae sufrimiento e injusticia a toda la sociedad. Cuando la tiranía llega a niveles extremos de corrupción, se produce una revolución y nace así el gobierno de unos pocos o sea, de los ricos, pero en beneficio de todas las clases sociales. Por lo tanto, este también es un gobierno benigno (al igual que la monarquía) y es gobierno de unos pocos pero inspirados por una gran ética y patriotismo; se le llama ARISTOCRACIA. En otras palabras, el gobierno de los mejores pero para el beneficio del bien común.
Cuando la aristocracia se corrompe, ya que los ricos comienzan a gobernar para beneficio propio y deciden explotar injustamente a la sociedad, nace el gobierno OLIGÁRQUICO también llamado “plutocracia maligna”. Después de décadas o siglos de sufrimiento, y ante esta injusticia extrema, el pueblo se revela y nace un gobierno benigno llamado DEMOCRACIA. Este es el gobierno de todos es decir, el gobierno de la mayoría (los pobres) pero que gobiernan en beneficio de todas las clases sociales esto es, para el bien común.
Cuando la democracia se corrompe y el pueblo empieza a abusar de la república y pierde sus virtudes éticas, nace la OCLOCRACIA. Este es un gobierno maligno de los pobres con los pobres y sólo para los pobres. La plebe corrupta arruina el erario nacional, cae en prácticas y costumbres hedonistas, deja de trabajar productivamente y despilfarra las riquezas nacionales. Como consecuencia de toda esta corrupción y decadencia, la oclocracia destruye el sistema político y la sociedad libre deja de existir y cae en una dependencia extrema. El Estado se transforma en un Estado Fallido, ya que éste, gracias a su debilidad, es fácilmente conquistado y colonizado por un país vecino mejor organizado. En este camino evolutivo de tipo pesimista (se avanza de los bueno a lo malo) la sociedad originalmente libre, termina por transformarse en una vulgar colonia dependiente de un Estado más poderoso y mejor organizado.
¿Es posible usar la teoría de la anaciclosis para tratar de entender la marcha teleológica de la sociedad estadounidense? En el caso de ese gran país la historia se inicia con la monarquía benigna de Isabel I que gobernó en el siglo XVI y a éste monarca se suceden una serie de monarcas benignos que gobiernan el país hasta bien entrado el siglo XVII. Sin embargo, las cosas cambiaron y para los estadounidenses la monarquía inglesa gradualmente se transformó en tiranía para mediados del siglo XVIII. Ella terminó con la revolución americana de 1976. Los Estados Unidos rompen con el imperio británico y crean una república aristocrática benigna. Esta forma de gobierno se extiende por el resto del siglo XVIII y casi todo el siglo XIX. No obstante, a fines del siglo XIX la aristocracia americana inició un acelerado proceso de corrupción valórica. Los descendientes de los pioneros aristocráticos de antaño, son ahora súper ricos y superpoderosos y con control absoluto sobre la sociedad. Y se produjo lo que se ha dicho tantas veces, el poder absoluto corrompe absolutamente. La clase gobernante perdió gran parte de su ética puritana anterior. El estoicismo calvinista fue reemplazado por el hedonismo consumista.
Este gigantesco cambio cultural se constituyó en la base ética y valórica que dio nacimiento a una gran cantidad de crisis financieras y crisis económicas. El deseo de lucro individual desenfrenado fue mucho más importante que el interés nacional y el interés público. Afortunadamente, a principios del siglo XX, esta crisis ética fue sustancialmente reducida por Teodoro Rossevelt y otros líderes del movimiento progresista. Este miembro de la elite aristocrática pudo, con éxito, revertir la corrupción y evitar el cambio de sistema político, logrando así la sobrevivencia de la aristocracia.
Pero el cáncer de la oligarquía era grave y el sistema político volvió a entrar en crisis a finales de los años 20´s con la llamada sociedad Gilded. Nuevamente, otro representante de la elite aristocrática logró salvar al país, y esta vez fue el presidente Franklin Delano Rossevelt (primo del anterior). Gracias al estado de bienestar creado por Rossevelt, el país se recuperó, y para fines de los años 30´s, la segunda guerra mundial terminó por curar los problemas y desajustes económicos que aún sobrevivían. Estados Unidos se transformó en el país más poderoso del planeta. Todo esto gracias a que la economía mixta del estado de bienestar funcionó bien; gracias a las intervenciones, regulaciones y controles impuestos en los años 30´s y 40s´, los años 50´s y 60´s fueron la época de oro del sueño americano.

No obstante para finales de años 70´s, la avaricia y el deseo de lucro desenfrenado empezó a levantar cabeza una vez más, y la elite plutocrática estadounidense inició un acelerado proceso de corrupción ética. A consecuencia de esto, la economía se desrreguló y privatizó a partir de los años 80´s y con todo ello, empezó el enriquecimiento acelerado de la elite. Simultáneamente empezó también el empobrecimiento relativo de la case media y del proletariado. El cáncer ético se incrementó exponencialmente en los años 90´s y así nació una nueva época Gilded que se consolidó durante los primeros siete años del siglo XXI.
Ahora estamos a las puertas de un cambio paradigmático. Es probable que la tercera corrupción de la elite oligárquica (la tercera es la vencida) no tenga solución. Después de gastar más de un trillón de dólares en resolver la actual crisis crediticia, es probable que todo este gasto no sea suficiente para evitar una gravísima depresión económica.
Gracias al salvataje estatal programado durante estos días, los bancos podrían empezar a tratar de prestar dinero y una vez más, incentivar artificialmente el consumo. Pero las medidas propuestas no incluyen una política más justa de distribución del ingreso, incluyendo salarios mejores que puedan crear una demanda verdadera y real. Es probable que después del pánico de estos días, el ciudadano promedio se resista a gastar y por lo tanto, se niegue a consumir como antes. Este miedo o fenómeno psicológico se transformaría así en el catalítico que iniciaría un punto de inflexión que dé inicio a una verdadera depresión económica.
Como resultado de todo esto es probable que el senador Obama gane las próximas elecciones, y el partido demócrata controle ambas cámaras del congreso. Una vez en el poder, los nuevos líderes darán inicio a un cambio paradigmático. Es decir, de un gobierno favorable a unos pocos ricos, a un gobierno favorable para la mayoría. El gobierno habrá así cambiado de oligarquía a democracia, es decir, el gobierno de la mayoría pero para beneficio de todos.
El futuro presidente y sus sucesores harían muy bien si simultáneamente, con los cambios radicales propuestos, se implementen las medidas necesarias para revivir viejos valores estoicos y puritanos y así evitar la oclocracia y luego, la fatal vuelta a la dependencia colonial.