Profesor titular ciencias politicas
Universidad de Los Lagos
Camino Chinquihue, Puerto Montt
Mayo, 2009
En la revista “The Economist” del 25 de abril del 2009 hay varios excelentes artículos que se refieren a la actual crisis económica que afecta al mundo. Este es el periódico más antiguo y más prestigiosos sobre temas económicos del mundo occidental. Basándome en algunos de estos artículos he preparado el breve ensayo que sigue a continuación.
Se argumenta por algunos observadores optimistas que el mundo ya esta saliendo de la actual recesión. Se señala que ya hay “verdes brotes” saliendo tentativamente de la tierra congelada por el largo y terrible invierno. Al parecer, todos estos son signos claros que anuncian la llegada de la primavera económica. Otros observadores igualmente optimistas señalan que ya se ven rayos de luz al final del túnel.
Los optimistas utilizan varios indicadores para documentar la llegada de la anunciada recuperación económica. El indicador más utilizado radica en el hecho que en dos tercios de las principales bolsas de comercio del mundo, han subido el valor de las acciones en más de un 20 % en las últimas semanas. A este importante indicador se agrega el hecho de que la economía China está nuevamente acelerando la velocidad de su crecimiento y que es probable que alcance una tasa del 8% de su producto bruto en el año 2009. Se agrega también que la velocidad en la caída de la producción manufacturera mundial se está reduciendo sustancialmente y es probable que ya se haya tocado fondo. Otros indicadores positivos se encuentran en el hecho que los mercados de viviendas en Estados Unidos y Gran Bretaña están demostrando evidentes signos de recuperación. Esto debido a que el costo del dividendo e intereses ha caído sustancialmente y por lo tanto, las casas son ahora más fáciles de comprar.
Desgraciadamente todo esto es sólo una recuperación ficticia y espuria. Estos indicadores de vitalidad, son parecidos a los signos vitales que da un paciente con muerte cerebral y que está conectado a un respirador artificial. Si no fuera por los trillones de dólares ya inyectados al mercado por los gobiernos del mundo, particularmente para apuntalar a los bancos, hace ya mucho tiempo que el sistema capitalista neoliberal habría colapsado totalmente.
El gravísimo problema de los papeles tóxicos de los bancos y otras instituciones financieras privadas aún no se ha resuelto. Es allí en donde radica la causa más importante de la actual crisis crediticia. El problema de los bancos privados es enorme ya que sin aportes fiscales futuros por parte de los estados, la mayoría de ellos no podría sobrevivir. Los bancos privados se han descapitalizado al tener que asumir los costos de cientos de millones de deudores morosos. “Los tests de fuerzas” o evaluaciones hechas por el gobierno de Estados Unidos recientemente, ha demostrado que la mayoría de los bancos evaluados aún están en muy serios problemas.
Como si todo esto fuera poco, se avecinan nuevas y devastadoras tormentas para el sistema financiero privado. Esta vez, las burbujas tóxicas radican en las propiedades comerciales. Aquí al igual que en las viviendas, los bancos perdieron principios éticos fundamentales y cometieron errores garrafales y es por ello que ya hay bancos privados estadounidenses que están quebrando. El último fue un banco de Nevada. El riesgo y exposición del crédito para la compra de propiedades comerciales es tan tóxico como el crédito que se dio a las viviendas. En Estados Unidos más de 600 billones de dólares en deudas hipotecarias comerciales de dudosa calidad se harán efectivas entre el 2009 y el 2011. Ya los precios de las propiedades comerciales han caído en un 35% y esto desatará la próxima crisis crediticia. Todo esto, ya que la deuda hipotecaria es mayor que el valor de la propiedad
En términos generales, las deudas del sector privado global (bancos, empresas y personas) alcanzaron una gigantesca e increíble suma equivalente a más del 70% del producto bruto mundial producido entre los años 2000 y 2008. Gran parte de estas deudas son tóxicas y no se podrán recuperar y es aquí donde radica el origen de la crisis financiera. Todo esto significa que la era del crédito fácil ha llegado a su fin. Dada la mala distribución del ingreso, propia del capitalismo salvaje; sin crédito fácil no hay consumo suficiente y sin consumo no hay demanda, y sin demanda adecuada la economía global colapsa.
Es preciso analizar un poco más a fondo, algunos de los indicadores utilizados por los observadores más optimistas. Es altamente probable que la subida de los mercados bursátiles sea un simple espejismo irracional y especulativo. Estos mercados con frecuencia histórica suben en medio de una catastrófica crisis. Las subidas y bajadas son pronunciadas y bruscas, parecidas a las marcas que deja la aguja de un sismógrafo. Todo esto porque los inversionistas con un enorme exceso de liquidez, no tienen alternativas lucrativas para invertir su dinero y entran al mercado bursátil para especular. Sueñan con grandes ganancias, producto de su capacidad para anticiparse a los resultados reales entregados por las estadísticas oficiales y que documentan la llegada de una verdadera recuperación. Esto ha sucedido en todas las grandes crisis. Por ejemplo, entre 1929 y 1932 el Dow Jones aumentó más de un 20 % en cuatro aparentes recuperaciones, para eventualmente caer por debajo de las caídas anteriores. La crisis actual ya ha experimentado 5 subidas donde las acciones remontaron más de un 10 %, pero eventualmente volvieron a caer por debajo de su piso anterior. El Dow Jones sigue en alrededor de los 8 mil puntos, muy por debajo de los 14 mil puntos anteriores a la crisis.
En crisis estructurales, donde existe un fundamental desequilibrio entre oferta real y demanda real, no se producen soluciones definitivas con breves entusiasmos especulativos.
La demanda real ha colapsado debido a los bajos sueldos y salarios reales, a la drástica restricción del crédito y a la brutal reducción de la riqueza real de los hogares (pérdidas de fondos de jubilaciones, bajada de los precios de las casas, pérdidas en la bolsa y sobre todo un brutal desempleo). La crisis del crédito más el excesivo endeudamiento anterior ha aterrorizado y paralizado a los consumidores. Estos se han visto obligados a ahorrar mucho más que antes (ya se ha subido de un ahorro negativo, o sea endeudamiento más allá del ingreso, a un ahorro superior al 4% del ingreso familiar). Pero a la tasa de ahorro aún le falta mucho por subir ya que debería llegar al 8%. Este ha sido el promedio de la tasa de ahorro entre los años 40´ y 70´ del siglo pasado en Estados Unidos.
Cuando este desajuste fundamental entre oferta y demanda real ocurre, las recesiones son más largas y profundas y corren el gravísimo peligro de caer en depresiones. Por su parte, las recuperaciones, cuando eventualmente se producen, son sumamente lentas, largas y débiles. Este es el famoso crecimiento “L”. La crisis actual, iniciada en el año 2007 ya ha demostrado con creces que no será del tipo “V”.
Otra esperanza optimista radica en el vigoroso desarrollo de los mercados emergentes. Pero los únicos países emergentes que siguen creciendo vigorosamente, son China y
Hoy a comienzos de mayo del 2009, el planeta ya está en recesión, el Foro Económico Mundial ha señalado que el producto global se contraerá en más de 1.3% durante el año 2009. Esta es la primera caída del ingreso global en 60 años (el Foro estima que si el mundo no crece a más del 3% por año entra automáticamente en recesión técnica). Para evitar que la recesión se transforme en depresión el mundo industrializado ha hecho gastos fiscales gigantescos, estos han sido los planes más ambiciosos de la historia y ya se han gastado varios trillones de dólares con el propósito de aumentar la liquidez del sistema financiero. Pero estos enormes gastos aún no han dado los resultados esperados. El déficit presupuestario de los países industrializados del mundo ha alcanzado un valor equivalente al 10% del Producto Bruto Global. Este déficit es 6 veces el déficit fiscal que estos países tenían antes de la crisis del año 2007. Estos gastos son inéditos y nadie sabe que efecto tendrán estos enormes aumentos del circulante. Lo que si se sabe, es que estos gastos fiscales son la causa principal por la cual la recesión actual todavía no es una depresión parecida a la de los años 30 del siglo XX.
La supuesta recuperación del mercado inmobiliario es otro espejismo sumamente engañoso. Es verdad que la venta de casas y condominios en barrios acomodados en el sur de California han aumentado en un 52% con respecto a marzo del 2008. También es verdad que durante los últimos 3 meses el precio inicial de las viviendas ha venido subiendo paulatinamente en Gran Bretaña. Lo que no se dice es que tanto las casas en Estados Unidos como en Gran Bretaña aún están enormemente sobre valoradas (en más de un 25%) es decir, siguen siendo muy caras. En periodos anteriores a la burbuja habitacional, el precio promedio de las casas era un poco más de 2 veces el ingreso anual de los compradores. Durante la burbuja este precio subió a 5.4 veces del ingreso anual de los compradores (en el año 2007). Ahora, con la crisis, esta relación precio-ingreso ha bajado a 4 veces. Por lo tanto, el precio de las casas debería bajar a la mitad de los precios actuales. Esto quiere decir que la crisis está lejos de solucionarse. El valor de las casas subió especulativamente gracias al crédito fácil, pero ahora estos precios deben bajar a condiciones de crédito difícil. A todo esto hay que agregar, que antes de la crisis, los bancos prestaban hasta el 100% del valor de las viviendas, ahora, con suerte, prestan el 75% de dicho valor. Por lo tanto la lista de compradores se reducirá significativamente, ya que el depósito requerido por los bancos para comprar una casa se ha más que duplicado. Si a esto se le agrega la creciente tasa de desempleo, se puede concluir que la crisis inmobiliaria seguirá sin solucionarse.
Si uno suma todos estos signos negativos descritos anteriormente, está obligado a concluir de que no se puede hablar de recuperación real. Una verdadera recuperación ocurrirá cuando la demanda artificial producida por los gobiernos, sea reemplazada por una demanda real, producto del gasto privado, o sea, producto del consumo real de las personas. Mientras tanto, el peligro sigue latente. El incremento de la tasa de desempleo, el quiebre de empresas y personas, el pánico de los ahorrantes, el pánico de los consumidores que han dejado de consumir, la caída de la producción industrial, etc; puede fácilmente transformar la actual recesión en depresión.
¿Pero qué factores, causas o variables, han determinado que la economía privada global haya caído en esta situación catastróficamente agónica?.
Las causas son simples y elegantes y ellas son conocidas por la filosofía y las ciencias sociales contemporáneas. La causa más importante (suficiente y necesaria) es la pérdida del espíritu empresarial. Este espíritu es el alma, resorte, humor, o núcleo valórico fundamental que hace funcionar bien el capitalismo moderno de corte liberal. La relación sistémica de causa y efecto entre capitalismo moderno y el espíritu empresarial privado, ha sido estudiada por docenas de economistas, filósofos y cientistas sociales. Dentro de ellos se destacan los nombres de Locke, Montesquieu, Adam Smith, Max Weber, Schumpeter, McClelland, Winter, Landes, Huntington, Harrison, Sachs, Porter, Glazer, Grandona, Veliz, Montaner, Fukuyama, Lipset, Edgerton, Weisner, Htun, Patterson, Perkins, Pye, Wei-ming, Fairbanks, Lindsay, etc.
Sin este espíritu o resorte, que en Estados Unidos y en Europa del norte está conformado por la ética protestante y en Asia por la ética confucionista; el modelo no funciona y se corrompe irremediablemente. El capitalismo corrupto o salvaje se transforma en un ente agónico que no vale la pena resucitar. En los últimos cuarenta años se ha producido un gradual proceso de corrupción ética y moral en los centros de poder del capitalismo mundial, particularmente en Estados Unidos y Europa occidental, Japón y los tigres Asiáticos.
Por años, observadores relativamente imparciales han señalado que esta corrupción empresarial se inició con el gobierno de Nixon y se consolidó con los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Los empresarios movidos por un egoísmo exacerbado y ansias de lucro patológico, a fin de obtener ganancias excesivas, decidieron explotar al máximo el factor trabajo. Ello se realizó a través de políticas antilaborales tales como el aumento de la jornada de trabajo, la reducción sistemática de sueldos y salarios, la eliminación de sindicatos y particularmente, la emigración de industrias completas al Asia a fin de evadir impuestos y explotar la mano de obra asiática.
En forma brillantemente maquiavélica, las elites capitalistas lograron mantener el desarrollo global mediante la invención y masificación del crédito fácil, particularmente las tarjetas de crédito. Los ciclos económicos negativos fueron radicalmente acortados y finalmente, casi eliminados mediante una política sincronizada de los bancos centrales del mundo para abaratar el crédito mediante sucesivas reducciones de las tasas de interés. Estas políticas tuvieron éxito en aumentar artificialmente el consumo y la demanda. Todo esto a pesar de salarios deprimidos e injustos en todos los rincones del planeta. Los capitalistas y empresarios privados, por muchos años tuvieron una bonanza increíble y se hicieron súper ricos. Pero simultáneamente, la inmensa mayoría de los habitantes del planeta de vieron forzados a endeudarse hasta el cuello.
La paja que rompió el espinazo del camello fue la increíblemente corrupta política bancaria de vender bienes raíces a personas que definitivamente no podían pagarlas. Luego, convertir estas deudas incobrables en bonos bancarios tóxicos que fueron vendidos a millones de personas que no sabían que estas deudas eran de muy dudosa calidad. Naturalmente, los bonos tóxicos fueron comprados y aceptados pues ellos tenían la certificación de alta calidad y confianza expedida por las agencias reguladoras. Cuando los compradores de casas entraron en mora, estalló la crisis crediticia que aún continua. A pesar de todos los esfuerzos hechos por todos los gobiernos, las deudas tóxicas aún no han sido eliminadas. El sistema financiero privado se mantiene artificialmente vivo gracias a la masiva intervención estatal que se ha producido en todos los rincones del planeta.
No obstante, el problema básico de exceso de oferta y una muy débil demanda impide una recuperación de verdad. La demanda privada mundial se mantiene deprimida y es por ello que la producción manufacturera mundial ha seguido cayendo a una tasa superior al 20% en los últimos 3 meses. La inmensa mayoría de los habitantes del planeta, han empezado a darse cuenta que gracias a las manipulaciones corruptas de los banqueros, han perdido una proporción muy importante de su riqueza. Este fenómeno nunca se había dado antes en la historia del mundo. Gran parte de los ahorros de la población se han perdido, esto debido a la caída de las bolsas en más de un 30%. Se ha perdido el valor de las casas ya que ellas han caído en más de un 30% con respecto al valor del 2007. Se han perdido y se siguen perdiendo puestos de trabajo, la cesantía avanza como un tsunami imparable por todos lados. Ante todas estas catástrofes económicas simultáneas, la gente intuitivamente deja de comprar y trata de ahorrar hasta el último centavo. Con pánico teme lo peor, ya que podría caer en la pobreza absoluta si queda cesante.
Al reducirse el consumo y la demanda en todas partes del planeta, automáticamente el sector privado deja de invertir y trata de reducir sus operaciones para reducir costos. Naturalmente que esta conducta es racional desde el punto de vista del empresario, pero ella sólo consigue aumentar la crisis y la recesión gradualmente se convierte en una depresión deflacionaria. Sólo hay una solución posible para crear una demanda de verdad. Y ella consiste en la creación de puestos de trabajo decentes, seguros, estables, y bien pagados. Sólo así el ciudadano común empezará a gastar y comprar con tranquilidad. Esto a su vez, experimentado en forma masiva, se convierte en un aumento real de la demanda y con ello se inicia el ciclo expansivo que eventualmente después de largos años de lucha derrota a la depresión.
Pero estos cargos seguros y bien pagados solo los puede crear el Estado mediante la organización de Empresas estatales eficientes que reemplacen a la empresa privada que ya no funciona. Esta es la política que está siguiendo China y
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