En diciembre del 2005 preparé un artículo donde pronosticaba la victoria en segunda vuelta de Sebastián Piñera. En este breve artículo, trataré de explicar porque mi predicción fue errada. También intentaré esbozar un escenario tentativo sobre la futura gestión del actual gobierno. Se argumenta prospectivamente que si Chile no cambia su actual modelo de desarrollo neoliberal; para el año 2010, el país seguirá siendo subdesarrollado, con una de las peores distribuciones del ingreso del mundo y la inmensa mayoría de su población no tendrá niveles de vida adecuados. La victoria y sus causas. Hay varios fenómenos importantes que yo no tomé en consideración en mi vaticinio de diciembre pasado: primero, jamás me imaginé que la derecha tomaría vacaciones en la segunda vuelta. Segundo, Piñera no gastó en su campaña lo que se esperaba. Tercero, la concertación y los funcionarios públicos concertacionistas, realizaron una muy inteligente y exitosa campaña electoral. Finalmente, la izquierda extraparlamentaria abandonó principios ideológicos y votó en masa por la candidata concertacionista. La derecha se quedó en Cachagua y otros balnearios de moda tanto en Chile como en el extranjero. Y esto lo hizo en parte, porque se dio cuenta que los concertacionistas iban a seguir con el modelo económico de la dictadura (neoliberalismo). Además, el cuarto gobierno de la concertación tenía la ventaja de mantener la paz social al seguir con sus exitosas políticas de desmovilización social y el abundante chorreo de beneficios virtuales para los sectores de extrema pobreza. No había duda de que el candidato de la concertación seguiría las políticas del presidente Lagos y a la vez daba mayores garantías de estabilidad social que Piñera. Este cálculo maquiavélico fue un factor que ignoré totalmente en mi predicción anterior. El masivo gasto electoral indirecto que se esperaba de Piñera no se materializó. Por el contrario, en la segunda vuelta la concertación gastó más dinero y en forma más inteligente que el candidato de la derecha. Los partidos políticos de la concertación y los funcionarios públicos partidarios de dicha coalición, sumamente alarmados por la posible pérdida de sus empleos, se volcaron en forma masiva en una exitosa campaña puerta a puerta para la conquista de los votos. Fuera de esto, la intervención del Estado fue a fondo y sumamente inteligente. Los funcionarios públicos concertacionistas sabían perfectamente que la escoba de Piñera los iba a barrer hacia la calle. Por lo tanto, en forma desesperada y agresiva se lanzaron a un programa altamente efectivo para juntar fondos electorales, donaron su tiempo libre y también usaron el tiempo del fisco. Con todo esto, lograron convencer a grandes masas de votantes cautivos (particularmente los más pobres) que el triunfo de Piñera significaba el fin de 15 años de bonanza a costa del Estado.Finalmente, debo confesar que nunca me imaginé que la izquierda extraparlamentaria tuviera tan pocos conocimientos de marxismo y que por miedo irracional, se volcara a dar su voto a una candidata que profesaba un modelo económico y social totalmente antimarxista. Los votos del candidato Hirsh fueron fundamentales en la victoria de la doctora Bachelet. El futuro. Las expectativas de que el actual gobierno logrará un sustancial mejoramiento del estándar de vida de los chilenos, creo que no se cumplirá y ello por las siguientes razones:1) El sector privado nacional es ineficiente e incapaz de producir puestos de trabajo con salarios y beneficios sociales adecuados. Esta incapacidad tiene que ver con el carácter nacional chileno que por un lado muestra enormes déficit en la capacidad empresarial y gerencial de los ejecutivos nacionales y por otro muestra un enorme déficit en la ética de trabajo de la masa laboral. Sin leyes draconianas favorables al capital, y con estrictas leyes ambientales; el empresariado chileno no es competitivo. Y este fenómeno se da en la grande, mediana, pequeña y micro empresa. Debido a esto, la expansión económica necesaria, para eliminar el desempleo y producir sueldos adecuados para la inmensa mayoría de chilenos que pertenecen a la población activa, no se producirá. Los bienes y servicios que el sector privado produce para el consumo interno seguirán siendo insuficientes y de baja calidad. En breve, la ética de trabajo, creatividad, asociatividad y competitividad de patrones y trabajadores del sector privado nacional es deficiente. 2) El sector público nacional es ineficiente. La administración pública (central, regional y local) es igualmente improductiva y esto por las mismas razones culturales que afectan al sector privado (poca capacidad empresarial y ética de trabajo insuficiente). Además en el caso del sector público existe el agravante del “sistema del despojo”. La falta de un sistema de mérito en Chile, agrava los problemas de productividad enormemente. Una inmensa cantidad de funcionarios y ejecutivos superiores (apitutados) no respetan la línea de mando formal y por el contrario obedecen y prestan su lealtad a los líderes de los partidos políticos que los pusieron en sus actuales cargos. Hay aquí por lo tanto, un gravísimo cortocircuito administrativo que en no poca medida explica la alta ineficiencia del sector público. La relación mando-obediencia formal está gravemente disminuida y comprometida.El aparato administrativo nacional es por lo tanto incapaz de obedecer con rapidez y productividad las órdenes y políticas que provienen del sistema político. Hay un serio problema de gobernabilidad. Un reciente artículo en la revista “The Economist” señala que este es uno de los problemas y desafíos importantes para la doctora Bachelet. Se señala textualmente que “la pregunta es ahora si los brillantes e inteligentes tecnócratas (elite político-administrativa bacheletista) tienen la experiencia y la paciencia para trabajar con un servicio civil inadecuado y que sólo muy recientemente ha iniciado un proceso de profesionalización”. (Ver: “The Economist” marzo 11, 2006. Página 33).3) La dependencia. Una enorme cantidad de dinero producido en el país, no podrá ser utilizado para el desarrollo nacional. Esta sangría de capitales saldrá del territorio por concepto de intereses al capital extranjero invertido en Chile (capital que sobre pasa los 80,000 millones de dólares), pago de la deuda externa, pago de patentes, pago de servicios bancarios y financieros, fletes, seguros, y otros costos del comercio invisible. Pero por sobre todo, la sangría se transforma en derrame casi fatal, cuando se considera las pérdidas de capital debido a los términos del intercambio. Chile produce y exporta materias primas baratas y con poco valor agregado e importa bienes industriales carísimos y con alta tecnología. Esta peculiar estrategia de desarrollo, determina que todos los años, la brecha entre chile y los países industrializados se agrande inexorablemente. En conclusión la dependencia económica y política determinará que el país tenga una enorme sangría de recursos que fortalecerá al mundo desarrollado y empobrecerá a la sociedad chilena.La concertación desafortunadamente, se ha casado con un modelo de desarrollo que ya lleva más de 30 años de implementación y definitivamente, ha sido un tremendo éxito para menos de un 10% de los chilenos y un rotundo fracaso para más del 80% del la población nacional. En 1976, las instituciones internacionales favorables al modelo chileno (fondo monetario internacional, banco mundial, departamento del tesoro de los Estados Unidos y la prensa que los apoya) pronosticaron y difundieron a todos los vientos, que el país gracias al neoliberalismo impuesto por los “Chicago boys” sería un país totalmente desarrollado para el año 2006. Es decir, 30 años después. Las cuentas alegres que se hacían a mediados de la década de los años 70 eran las siguientes: primero, la capacidad instalada de la economía chilena a mediados de los años 70 permitiría partir de una base de aproximadamente 3.500 dólares per cápita (el ingreso per cápita promedio de Chile de acuerdo con las estadísticas de la CEPAL era de poco más de 850 dólares en 1972. Este ingreso equivale a aproximadamente, a 3.500 dólares actuales y esto por la tasa de inflación que sufrió el dólar entre 1973 y 2005).Segundo, la tasa de crecimiento de la economía se proyectaba entre un 7 y un 10% por año. En el mejor de los casos la economía se doblaría cada 10 años, por lo tanto se esperaba que para 1986 el ingreso subiera a los 7.000 dólares per cápita. Para 1996, subiría a los 14.000 dólares per cápita y finalmente, para el 2006 llegaría cerca de los 28.000 dólares per cápita. En otras palabras un país plenamente desarrollado desde el punto de vista económico. Si este crecimiento se reducía a un 7% de crecimiento por año, de todas maneras, Chile estaría en el “ranking” de los países desarrollados, ya que tendría un per cápita de más de 20.000 dólares para el año 2006. Naturalmente, todo esto no ha sucedido. Sólo en 1993, el país recuperó el nivel de vida que tenía en 1972. Creció aceleradamente entre 1994 y 1997, para volver a caer entre 1998 y el 2003. Gracias al alto precio del cobre, el país volvió a crecer a partir del 2004 y ahora se ubica entre los 7.000 dólares per cápita. En otras palabras, se alcanzó el nivel que se esperaba obtener en 1986. Es decir, 20 años atrás.Se puede así concluir, que si el modelo no fue capaz de sacar a Chile del subdesarrollo y la pobreza en treinta años, es poco probable que la situación mejore sustancialmente en los próximos cuatro años. Si el modelo no cambia, para el año 2010 Chile seguirá siendo subdesarrollado y pobre. La actual bonanza del cobre pronto se terminará, ya que las minas marginales en América del Norte, África y Australia, están ya produciendo a capacidad plena y pronto la oferta mundial será mayor que la demanda y por lo tanto el precio bajará a sus niveles normales o históricos. Cuando ello ocurra, el crecimiento anual chileno, volverá a su mediocre tasa promedio de entre un 2 a 3% anual que es la velocidad de crecimiento que ha tenido en promedio durante los últimos 115 años. Dadas las limitaciones estructurales y sistémicas de la economía política chilena (carácter nacional inadecuado, burocracia ineficiente y altísimos niveles de dependencia) la solución obvia para enfrentar estos desafiaos, es crear un modelo intervencionista inteligente parecido pero mejor al que Chile tuvo entre 1830 y 1891 y luego entre 1939 y 1973. La estrategia exportadora en manos privadas debiera seguir y fortalecerse, pero el Estado debería preocuparse prioritariamente de la economía interna. Entonces, mediante grandes empresas estatales bien administradas y productivas, (tales como son hoy en día la ENAP Y CODELCO) se podrían generar las condiciones para un rápido desarrollo. El Estado así debería tener un rol fundamental en la eliminación del desempleo mediante la creación de cientos de miles de trabajos productivos y bien remunerados. No es precisa ni necesaria una gran crisis para botar al tarro de la basura el actual modelo económico que esclaviza y empobrece a la inmensa mayoría de los chilenos. La solución obvia a nuestros problemas ya las dio Keynes hace ya más de 75 años atrás. El modelo keynesiano o también llamado social demócrata o economía social de mercado, es el modelo que la presidenta debería examinar antes que sea demasiado tarde. Puerto Montt, marzo de 2006.
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