F. Duque Ph.D.
Cientista Político
Puerto Montt, 30 de Noviembre de 2010
En los últimos días se ha hecho del conocimiento público, miles de documentos confidenciales que las embajadas de los estados Unidos en más de 100 países del mundo han enviado en los últimos años al departamento de Estado en Washington. En algunos de estos documentos se critica y se ridiculiza a líderes extranjeros, tanto aliados como enemigos. La prensa occidental, con alarma, señala que este fenómeno estaría indicando un antes y un después en la política exterior de los Estados Unidos y que desafortunadamente, las relaciones estadounidenses con el resto del mundo se verán afectadas negativamente.
No obstante, si uno lee las declaraciones de la elite capitalista estadounidense, se encuentra que estos eventos le preocupan muy poco. Como ejemplo pueden señalarse las declaraciones del Ministro de Defensa de los estados Unidos. Este alto funcionario ha indicado que los wikileaks no producirán ningún drama. Señala que si el resto del mundo tiene relaciones con los Estados Unidos, es porque sus intereses particulares nacionales, así lo exigen. Los líderes extranjeros buscan el apoyo de USA, porque necesitan dicho apoyo con urgencia y es así como los Estados Unidos se han convertido en la nación o super poder indispensable. Errores diplomáticos de los estados unidos no han tenido en el pasado ni tendrán en el futuro, ningún impacto duradero ni significativo. Para el Ministro de Defensa de los Estados Unidos, las relaciones internacionales, son relaciones de interés y de conveniencia. Según el ministro, cada país o potencia sólo busca maximizar su interés nacional. La confianza mutua, la amistad y la simpatía entre líderes y pueblos es un aspecto poco importante en las relaciones internacionales. Los Estados poderosos no tienen amigos permanentes, sólo tienen intereses permanentes. Si el interés nacional exige sacrificar a un amigo o aliado esto se hace automáticamente y sin arrepentimientos. Aquí el fin (maximizar el interés nacional) justifica todos los medios, incluso la traición a principios éticos y por supuesto, a presuntos vínculos de amistad y solidaridad eterna. Uno podría preguntarse cuales son las causas o factores que determinan este tipo de actitudes en la elite capitalista estadounidense (blanco, anglosajón y protestante, WASP).
En primer lugar es preciso señalar que esta actitud soberbia, altanera, autosuficiente y de creerse que tienen todos los derechos del mundo, es propio de todos los grandes imperios occidentales que han pasado por el planeta en los últimos tres milenios. Actitud similar tuvo el imperio de Alejandro Magno; luego esta tendencia se intensificó con el imperio romano, siguió con el imperio español, el holandés, el francés y finalmente el imperio británico.
Cecil Rhodes decía que todo le estaba permitido al imperio británico, ya que éste tenía una misión civilizadora, ordenada nada menos que por Dios. Señalaba que las sociedades salvajes o semisalvajes del planeta, eran como animales inconscientes a los cuales el imperio debía educar, cristianizar y civilizar. Los errores involuntarios del amo imperial, eran así insignificantes y perdonables cuando se les comparaba con el progreso, beneficio y el bienestar general que la paz británica traía al planeta.
La elite capitalista estadounidense cree sinceramente que este rol civilizador ha pasado por mandato divino del imperio británico al imperio estadounidense. La gran nación norteamericana es como la nueva Jerusalén , o sea, la ciudad pura y brillante en la cima de la montaña, y ella tiene la obligación de iluminar y dirigir la marcha del resto del planeta. La cultura WASP es aún la cultura dominante en los Estados Unidos. Es así como una gran cantidad de ciudadanos que no son de origen anglosajón, comparten y defienden estas creencias. El ciudadano estadounidense, descendiente de europeos del sur, latinoamericanos, asiáticos y africanos, también ha desarrollado, gracias a la eficiente socialización de la escuela primaria y secundaria, este sentido de superioridad. Naturalmente, se sienten con derechos y privilegios especiales cuando visitan a las culturas originarias de sus ancestros ya sea en el sur de Europa, América Latina, Asia o África.
Hay decenas de películas donde se describe este síndrome de absurda superioridad moral. Tal vez la que mejor refleja este síndrome es la famosa película titulada “El americano feo”. La academia y la intelectualidad estadounidense también se ha interesado y preocupado con alarma sobre este fenómeno. Tal vez el libro más crítico y representativo de esta tendencia fue escrito por Samuel P. Huntington en el año 2004 y se titula “¿Quienes somos?” Para el profesor Huntington, esta actitud prepotente y autosuficiente propia de comerciantes y tenderos calvinistas, es una deficiencia fatal que distorsiona la manera de cómo los Estados Unidos ve al mundo. Señala que este gigantesco prejuicio y complejo de superioridad, es una de las causas fundamentales por las cuales los Estados Unidos, ha cometido errores garrafales después de la segunda guerra mundial. Se señala que los errores de la guerra de Corea, la guerra de Indochina y ahora la guerra contra el Islam (Líbano, Siria, Palestina, Yemen, Somalia, Afganistán, Irán y Pakistán) en no poca medida se debe a este problema.
Cuando pasen los años y los académicos tengan el tiempo suficiente para analizar con lupa los cientos de miles de documentos de la wikileaks, talvez, lo único importante que va a quedar de esta investigación, probablemente será el descubrir el poco o ningún respeto que los actuales líderes estadounidenses tienen por el resto de las otras ocho civilizaciones que conforman la humanidad. Esta peculiar característica es importante, pues los historiadores de civilizaciones la identifican como una de las variables claves que han determinado la caída de todos los imperios occidentales que antecedieron a los Estados Unidos. Norberto Bobbio, el gran cientista político italiano, en su famoso libro “Las formas de Gobierno” señala con toda claridad que la filosofía occidental, desde los griegos hasta nuestros días, siempre ha tenido un profundo desprecio por las culturas no europeas. En tiempos de Alejandro Magno los salvajes eran los persas, en tiempos de los romanos los salvajes eran las tribus primitivas del norte de Europa, los africanos y los asiáticos. En la edad media, los salvajes eran los pueblos islámicos, particularmente los turcos. En la edad moderna, los salvajes eran los nativos americanos, los asiáticos y los africanos. Ahora los salvajes son los chinos, los coreanos, los iraníes y los musulmanes.
Es así como, toda esta historia y profundo prejuicio contra otras culturas, está hoy en día en la subconciencia del estadounidense promedio, y ella es como un ancla de hierro de la cual es difícil escapar. Este problema es analizado en detalle y con preocupación por intelectuales estadounidenses que aún trabajan en las mejores universidades del país. Con alarma señalan que los anglosajones son una muy ínfima minoría de la población mundial, no obstante aún controlan la mayoría de la riqueza del planeta. Se teme con razón que pronto, civilización tras civilización empiecen a preguntarse con que derecho esta arrogante e insolente civilización anglosajona aún dirige los destinos del planeta y usufructúa de sus riquezas. Este temor está patente y presente en intelectuales de calibre tales como: David Kennedy, Samuel P. Huntington, Herbert Marcase, Jürgen Habermas, Noam Chomsky, Norberto Bobbio, Harry Eckstein, Kevin Phillips, William Domhoff, Niall Ferguson, Joseph Stiglitz, Richard Clarke, Zbigniew Brzenzinski, Pared Diamond, George Friedman, K. Mahbubani, Paul Krugman, George Soros, Chalmers Johnson, Jagdish Bhagwati, I. Eland, R. Khalidi, C.R.Eisendrath, M.A. Goodman, Ch. Johnson, B.R. Barbero, M.Mann, E. Toddi, N. Sondenberg, D. Rieff, S. Hoffman, F. Bozo, A. Lieven, A. O. Beeman, T.R. Furnish y muchos otros. Probablemente el futuro demostrará con creces cuan equivocado estaba el actual Ministro de Defensa estadounidense. En las relaciones internacionales, propias de un mundo multipolar, el poder blando no es menos importante que el poder militar.
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