jueves, 27 de diciembre de 2007

LA COHESION SOCIAL Y LA TEORIA DE LA CONGRUENCIA : LATINOAMÉRICA UNA REGIÓN DIVIDIDA


F. Duque Ph.D.·

Prof. Titular Ciencia Política

Universidad de los Lagos

Noviembre, 2007.

Resumen

Se analiza la baja cohesión social en Latinoamérica. Se señalan varios indicadores de este fenómeno, tales como la crónica inestabilidad política, la ola de criminalidad que invade la región y la emigración hacia regiones más desarrolladas. Se argumenta que la causa principal de la baja cohesión social es una incongruencia sistémica entre el subsistema cultural por un lado y los subsistemas políticos y económicos por otro. A comienzos del siglo XXI, esta incongruencia ha hecho crisis y muchos países del planeta han comenzado un proceso para reducirla, siendo Rusia uno de los países más destacados. En América Latina también se ha iniciado un proceso revolucionario siendo Cuba y Venezuela los líderes de este movimiento.

Palabras claves: cohesión social, sistema, teoría de la congruencia.

Abstract

The lack of social cohesion in Latin America is the subject of this paper. Several indicators of this phenomenon are presented here, such us the chronic political instability, the wave of criminality and the emigration to other more developed regions. It is argued that the principal cause of the phenomenon is the systemic incongruence between the cultural sub-system in the one hand the political and economic subsystems in the other. At the beginning of the XXI century this incongruence entered in a critical point. Many countries of the planet are in the process of solving this incongruence, being Russia the most emblematic country of this process. In Latin America the process has also began, being Cuba and Venezuela the leaders of this new revolutionary movement.

Keywords: social cohesion, systems, congruency theory.

Introducción

Recientemente se desarrolló en Chile una reunión de la cumbre iberoamericana y el tema principal de ésta, era la cohesión social en la región. Este tema se eligió precisamente porque existe una crisis en las relaciones entre países de la región y también en las relaciones sociales dentro de cada país. La división social y sus terribles efectos se hacen claramente evidentes desde el río Grande hasta la Patagonia. Los conflictos políticos y sociales no pueden ser resueltos mediante el dialogo, la negociación y la búsqueda de consensos básicos.

En forma cada vez más frecuente las imágenes que se ven por la televisión en casi todos los países de la región reflejan grupos de ciudadanos protestando en las calles, las protestas se vuelven violentas e invariablemente la policía y a veces la fuerza armada, entran en combate. Como resultado, se dan heridos y muertos. La represión gubernamental se impone y se vuelve una calma aparente. La violencia abierta y colectiva es remplazada por una violencia más oculta y privada que se manifiesta en una ola de criminalidad, drogadicción, enfermedades mentales y violencia intra familiar. En muchos casos los ciudadanos más perjudicados con el actual sistema de gobierno y economía se sumen en una apatía generalizada y no pocos optan por abandonar la región y emigrar a países más civilizados.

Es necesario identificar cuales son los factores o causas que determinan la violencia. Una causa importantísima es la falta de cohesión social, ésta se ha definido como un fuerte sentimiento de simpatía, fraternidad y amistad hacia otros individuos pertenecientes a una misma sociedad. Y este sentimiento se produce porque a los otros se les identifica como individuos pertenecientes a un mismo sistema valórico y se les convierte en nosotros. Se les trata con respeto y decencia porque ellos son parte importante de la propia identidad. En otras palabras, son miembros de una misma comunidad. Esta cohesión social es un cemento poderoso que une a la sociedad e impide que las diferencias políticas, sociales o económicas produzcan violencia, caos y destrucción. Podría decirse metafóricamente que la comunidad es como un edificio muy bien construido con fierro reforzado, concreto armado y base de apoyo anclada en roca profunda. De esta manera el edificio es capaz de resistir sin destruirse violentos terremotos y huracanes.

El trabajo continua con un esfuerzo por explicar los factores y variables que determinan la existencia o inexistencia de la cohesión social en un país o región determinada. Se argumenta que un factor determinante de esta cohesión es el grado de congruencia que existe entre el sistema cultural que una sociedad tiene por un lado y los modos de producir y consumir, así como también sus modos de gobernarse por otro lado. Se señala que la cohesión social existe en aquellas sociedades donde hay compatibilidad, semejanza y adaptabilidad entre el núcleo duro de valores culturales que la sociedad tiene y el sistema político y económico que esa sociedad utiliza para avanzar en su proceso de desarrollo civilizacional .

El trabajo continua señalando, que algunos pueblos de la región han reaccionado ante la situación de caos y violencia y han elegido líderes cuyo programa político es acabar con el sistema neoliberal. Es así como surge el fenómeno de Chávez en Venezuela, Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Kirchner en Argentina,, Lula en Brasil, Vásquez en Uruguay y Ortega en Nicaragua. Por su parte Cuba consolida su sistema socialista y la guerrilla marxista se consolida en Colombia. Por otro lado en México y Perú, líderes anti liberales estuvieron cerca de alcanzar el poder y seguramente van a seguir en su intento por alcanzarlo en los próximos años. Finalmente toda la región centroamericana ha entrado nuevamente en ebullición y es cuestión de tiempo para que el volcán nuevamente explote. Aparentemente, sólo la elite chilena se mantiene fiel a sus valores neoliberales, pero aún aquí ya existen signos de divisiones importantes.

El trabajo finaliza haciendo un breve análisis de los cambios radicales que se están produciendo en Rusia, se señala que en ese país así como en otros países de la ex Unión Soviética se está volviendo a formas de gobierno y economías compatibles y congruentes con su carácter nacional.

Desarrollo

No hay unidad ni cohesión social en el continente latinoamericano. Y debido a este fenómeno es que ésta es una de las regiones más conflictivas del planeta. Tal es el descalabro social que una gran cantidad de sus ciudadanos tratan de escapar a países más desarrollados como los Estados Unidos, Canadá, Australia y Europa Occidental. Ni siquiera los líderes de la región son capaces de mantener las apariencias de unidad. La cumbre iberoamericana que acaba de realizarse en Santiago, es una muestra de este fenómeno. Los presidentes Kirchner y Vásquez casi produjeron un conflicto diplomático. Chávez desde su llegada manifestó que hablar de cohesión social en las actuales condiciones del continente era una soberana estupidez. El presidente Morales demostró su desprecio al tema abandonando funciones oficiales y prefiriendo jugar un partido de fútbol. Para broche de oro, en la sesión de clausura varios presidentes se largaron en picada contra España. Chávez acusó a Aznar de víbora peligrosa y de fascista. Correa acusó a España de ser racista y los presidentes Ortega y Kirchner señalaron que los españoles eran explotadores y abusadores. Para colmo, el rey perdió el control y se mando a cambiar de la reunión.

Se entiende por Cohesión Social, un generalizado sentimiento de unidad, simpatía y fraternidad, compartido por los miembros de una sociedad determinada. Es como el sentimiento que se da en una gran familia extendida. Esto es producto de una evolución histórica común, un lenguaje común, y valores religiosos compartidos. Ello implica una identidad donde los valores culturales son aceptados y respetados por las inmensas mayorías. También implica una visión de mundo común (IMAGO MUNDI), y un destino hacia donde la sociedad quiere llegar en el futuro. Diametralmente opuesta a la cohesión social está el concepto de división social y lucha de clases, ampliamente analizado por los marxistas. Aquí no hay consenso y compromiso posible, y la sociedad inexorablemente se mueve hacia la confrontación.

Vale la pena preguntarse cuales son las probables causas de esta tragedia continental. Una causa inmediata importante es la frustración provocada por la actual desigualdad en el ingreso y la riqueza y la enorme brecha que existe entre ricos y pobres. Esta desigualdad profunda crea lo que los cientistas sociales han denominado “privación relativa”. La gente no compara su ingreso o riqueza con el de sus padres o abuelos. Pero sí lo compara con el ingreso actual de sus contemporáneos (vecinos, amigos) y sobre todo, con el estándar de vida de la elite que se ve todos los días en la televisión. El descubrimiento de que los perdedores no son pocos, sino la inmensa mayoría, produce rabia y malestar malamente controlado y que por lo general explota en forma irracional. Un simple partido de fútbol, o esperas prolongadas a la locomoción colectiva, una huelga mal manejada o una manifestación callejera, se transforman en verdaderas batallas campales donde hay muertos y heridos. Estas son las manifestaciones colectivas de la enfermedad social. Las manifestaciones privadas son mucho más extendidas y ellas se manifiestan en violencia intra familiar, la drogadicción, la criminalidad, el alcoholismo, y la inseguridad ciudadana. Y una feroz critica a todo lo que las elites producen.

Entre las causas remotas de esta falta de cohesión social, puede señalarse el fracaso del modelo liberal en Iberoamérica. Ya se llevan casi doscientos años de este experimento y los resultados son la riqueza para muy pocos y el subdesarrollo y la pobreza para la inmensa mayoría, todo esto en una región que concentra una altísima proporción de los recursos naturales del planeta. El modelo ha fracasado por lo que denomina “la incongruencia”, entre el sistema económico y el sistema cultural. Para que el modelo liberal funcione, se necesita como condición suficiente y necesaria, la existencia de una masa crítica de individuos con una mezcla de la cultura democrática (Homos Democraticus) y de cultura empresarial (Homos Economicus). Esta masa crítica es la que sustenta el buen funcionamiento del modelo capitalista democrático en los países desarrollados de occidente. Estas precondiciones de la democracia fueron analizadas extensivamente por Sócrates, Platón, y particularmente Aristóteles hace mas de 2.500 años atrás.

Como Iberoamérica no tiene una masa crítica de individuos dotados de estas características culturales, el capitalismo de la región es premoderno y subdesarrollado. La clase empresarial es del tipo pre-moderna, busca el lucro fácil y rápido a toda costa, aunque esto sacrifique la calidad de los productos, el medio ambiente, el salario de los obreros y la cohesión social. Esta conducta está muy lejos de los principios éticos propuestos por la filosofía liberal particularmente enunciados por Locke, Montesquieu, Voltaire, Russeau, Smith, Ricardo, Mill, Weber, Schumpeter, Dahl, Almond, Huntington, Eckstein y tantos otros filósofos y cientistas políticos, proponentes del modelo liberal, el capitalismo moderno y la democracia. La elite se identifica con el consumo de las elites de países desarrollados, pero teme y desprecia odiosamente a las grandes masas populares. Las masas a su vez responden con envidia, odio y desprecio hacia las elites. Ante todo esto la cohesión social deja de existir y la sociedad se encamina hacia una confrontación social inevitable.

En forma sumamente abreviada, la Teoría de la Congruencia en ciencia política (primero elaborada por los clásicos principalmente Aristóteles, pero que ahora su mayor exponente es Harry Eckstein), señala que una sociedad es congruente cuando su sistema económico y político es altamente compatible con los valores dominantes de su sistema cultural. En otras palabras, las formas de producir y consumir, así como también, las formas de gobernarse, están sólidamente basadas en valores culturales que se han desarrollado a través de siglos y milenios. Así por ejemplo, la sociedad noruega tiene una alta congruencia entre sus valores democráticos y el sistema económico y político que ese país tiene. Los noruegos aman la libertad y también aman la igualdad. Tiene respeto y obedecen a normas conducentes a la democracia, como así también respetan y obedecen normas que aseguran la buena gobernabilidad. Hay respeto hacia el conocimiento, la especialización y la experiencia. Las decisiones se toman razonadamente y por consenso y no por imposición autoritaria. Es así como la familia, la escuela, la fabrica, el sindicato, la oficina, la iglesia y así, todas las estructuras sociales primarias son semi-democráticas. Por otro lado, las estructuras no gubernamentales del sistema político, tales como los grupos de presión, los partidos políticos y la prensa, se conducen definitivamente bajo prácticas democráticas. Todo esto determina que el resto de las estructuras del sistema político también sean democráticas y funcionen muy bien. Los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, funcionan adecuada y democráticamente. Por otro lado, la ética de trabajo protestante (amor por el trabajo productivo, propensión al ahorro, a la inversión y la filantropía) también es congruente con la economía social demócrata que los noruegos tienen y por lo tanto, ella por supuesto funciona muy bien. Naturalmente aquí se da una sumamente robusta cohesión social.

Otro sistema igualmente congruente es el cubano. El sistema político y económico cubano también es congruente con su cultura. Ellos por su tradición histórica, prefieren el liderazgo centralizado y paternalista de un solo líder (gobierno de uno) y por lo tanto son autoritarios. Tienen motivaciones y valores altamente proclives al trabajo colectivo y a la distribución equitativa de la riqueza. Prefieren y enfatizan la igualdad y la justicia social por sobre la libertad individual. Consecuentemente aquí también existe una alta congruencia entre sistema político y económico con el sistema cultural y ella determina el buen funcionamiento de la sociedad cubana. Aquí también se da una fuerte cohesión social.

La teoría de la congruencia ha empezado a entenderse en América Latina. Por doscientos años la región ha tenido un sistema liberal de gobierno y economía. Debido a una fundamental incongruencia entre este sistema y la cultura y civilización latinoamericana, éste ha sido un rotundo fracaso. Ahora las sociedades latinoamericanas están cuestionándose este modelo a fondo. Por miles de años la región se desarrolló bajo un sistema de gobierno autoritario y una economía colectivista. Estas características se incrustaron aun más en el alma de la región durante los trescientos años del imperio español. Ahora, a comienzos del siglo XXI, sus pueblos y líderes están afanosamente trabajando por extirpar el cáncer de la incongruencia. Paulatinamente se ha ido dejando el modelo liberal y adoptando un modelo que mucho se asemeja al sistema monárquico discutido y analizado por Sócrates, Platón y Aristóteles (gobierno de uno, pero en beneficio de todos).

Sin embargo, esta nueva “monarquía”, no tiene filósofos reyes hereditarios, pero sí tiene monarcas temporales apoyados por la mayoría de la ciudadanía. La condición básica para que estos monarcas temporales tengan éxito, es que ellos gobiernen en beneficio de las grandes mayorías y el interés común. El monarca temporal puede seguir en el poder si hace bien su trabajo. Su periodo de gobierno se extiende indefinidamente si el pueblo lo respalda con elecciones populares o con las fuerzas de las armas o mejor aún, con ambas características.

Naturalmente este ha sido el caso de Cuba desde 1959 y hoy parece ser el caso de Venezuela. A largo plazo candidatos para esta nueva forma de gobierno son: Argentina, México, Colombia, Brasil, Paraguay, Bolivia, Ecuador y Centro América. La monarquía temporal y popular, sí es congruente con los valores fundamentales de la cultura iberoamericana. Ella tiene sus profundas raíces incrustadas en la historia de la región. Por miles de años, antes del siglo 15, la región fue gobernada por los filósofos reyes de las civilizaciones azteca, maya y andina. Luego esta tradición continúa por trescientos años más bajo el imperio español. Puede así decirse que las seudo repúblicas oligárquicas liberales, han sido sólo un aberrante paréntesis histórico y que la región esta gradualmente volviendo a sus tradiciones ancestrales. Si las monarquías temporales y populistas tienen éxito, pronto todo el continente habría así vuelto a la senda de un proceso de evolución civilizacional interrumpido a comienzos del siglo XIX.

La división social aguda (unos poquísimos ricos y un océano de pobres) que sufre la región, es producto directo del cáncer de la incongruencia, es decir, la incompatibilidad entre el sistema político-económico aún dominante con el sistema cultural. Las nuevas monarquías temporales y populistas están eliminando dicha incongruencia y volviendo a un sistema político paternalista y autoritario, y también a la economía colectivista, estatista e intervensionista, que por miles de años fue el sistema natural de América Latina. Sólo este nuevo sistema monárquico populista podrá ser capaz de recuperar la cohesión social a la que aspiran los pueblos al sur del río Grande. Este sistema político sí que es altamente congruente con la historia y los valores fundamentales de la civilización latinoamericana.

El larguísimo proceso de modernización de una sociedad implica un cambio traumático, drástico, brutal, y sostenido por varias generaciones. La sociedad deja de ser rural y gradualmente se transforma en urbana. La agricultura tradicional de subsistencia es reemplazada por la industria y los servicios. Los ciudadanos dejan de ser ciudadanos analfabetos y se transforman en personas capaces de aprender, observar y comprender su entorno y circunstancia. La salud mejora sustancialmente y gracias a ello aumenta drásticamente la población. El acelerado proceso de desarrollo económico, aumenta y mejora gradualmente el estándar de consumo de las personas y por lo tanto, incrementa su riqueza material.

Pero este progreso material evidente ocasiona un costo sicológico terrible y devastador para la psiquis colectiva de las generaciones que sufren el proceso modernizador. La antigua y sólida protección tribal que brinda la vida campesina se pierde totalmente Los lazos de la familia extendida se cortan, las amistades se interrumpen y las raíces se arrancan. El ser humano urbanizado se hunde en una inmensa y angustiosa soledad, rodeado de masas de individuos igualmente solos y angustiados. Naturalmente, reconoce que tiene más riqueza material que sus padres, abuelos y antepasados originarios. Pero ello no es consolación alguna. El individuo arrastrado por el proceso de modernización se compara sólo con sus pares actuales. Es decir, vecinos, conocidos, compañeros de trabajo, y sobretodo con la elite, cuya vida fastuosa y llena de riqueza observa todos los días en la televisión. Descubre que los ganadores en este proceso modernizador son poquísimos y que la inmensa mayoría son perdedores como él, y que viven vidas artificiales. Descubren además que la inmensa mayoría de sus posesiones materiales actuales no son producto de su esfuerzo y salario, sino que de las tarjetas de crédito. Por lo tanto ha caído en una nueva esclavitud y esta vez el nuevo amo es el banco. Es así como el individuo cae en el síndrome de la “privación relativa”. Ella produce rabia, anomia, falta de identificación, amargura y un intenso grado de frustración.

En otras palabras, los individuos en proceso de modernización se transforman en bombas de tiempo que explotan y producen efectos devastadores para el tejido social. De esta forma la cohesión social deja de existir y la masa entra en una etapa de profunda anomia y apatía política. Los individuos caen en un sueño y pasividad catatónica que en ocasiones termina por explotar en una nueva rebelión aún más destructiva que las anteriores. Ante esto, el sistema político se defiende con violentas represiones y esto hace que las manifestaciones colectivas disminuyan drásticamente. Pero esta violencia colectiva se transforma entonces en violencia privada dando lugar a una ola de suicidio y de criminalidad descontrolada.

La incapacidad manifiesta de la elite política por resolver las demandas sociales y su brutal represión, da paso entonces a una vigorosa movilización política de las masas. Ellas están dispuestas esta vez a luchar y cambiar las cosas. Los descontentos con el sistema se organizan en movimientos políticos anti elite que mediante sus acciones y protestas, van gradualmente debilitando el sistema político hasta hacerlo inoperante. La decadencia política es así imparable y ello desata un ciclo de violencia entre elite y masa, llegando a un punto insostenible donde el viejo sistema político se paraliza y muere. Este momento llega cuando las fuerzas de orden (policía y fuerzas armadas) se rehúsan a reprimir al pueblo y se pasan al bando contrario. Sin defensas apropiadas, la vieja elite es exterminada y, o abandona el país.

Después de la revolución y la muerte del viejo sistema, viene la etapa de la reconstrucción. Históricamente se dan varias formas para reparar el tejido social y crear las bases para una sólida y duradera cohesión social.

Una forma adecuada e históricamente comprobada de controlar y disminuir el caos, el desorden y la violencia producto de la modernización, es a través de la creación de instituciones sólidas eficaces y eficientes. Si se elige el gobierno de uno (monarquía), se sigue al líder todo poderoso y que consigue crear una dinastía de filósofos reyes que logran canalizar las fuerzas desatadas por el proceso modernizador en forma pacífica y manteniendo la cohesión social. Para lograr esto, el filosofo rey debe gobernar para la mayoría y el bien común. Este fue el caso de las monarquías constitucionales de Inglaterra y los países escandinavos en los últimos tres siglos.

Si se elige el gobierno de varios (aristocracia) o muchos (democracia), el dificultoso proceso de cambio y la marcha hacia la modernidad deben ser dirigidos por poderosos partidos políticos que son respaldados por grandes mayorías y que gobiernan para el beneficio de todos y el bien común. En otras palabras, estas organizaciones políticas han logrado institucionalizarse y a través de esta institucionalización formulan y ejecutan con éxito las políticas públicas que la sociedad demanda. En algunos países de Europa occidental, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, este es el rol que jugaron los partidos progresistas del siglo XIX y del siglo XX. En la Europa del este y Asia este rol lo jugaron y lo siguen jugando los partidos comunistas de Rusia y China, y los grandes partidos nacionalistas de la India, Japón y los Tigres Asiáticos.

Con la llegada de Reagan y Thatcher al poder, a fines de los años 70 del siglo pasado en Estados Unidos y en el Reino Unido respectivamente, se dio comienzo a la actual globalización liberal. Un componente importante de esta ideología planetaria fue introducir la economía de mercado y la democracia liberal al resto del planeta. La caída de la Unión Soviética a fines de los 80, destruyó todas las barreras a la ola neoliberal y ella, como un tsunami, se extendió por todo el planeta. En país tras país del tercer mundo, se realizaron elecciones y se instalaron seudo democracias liberales al mismo tiempo que se privatizaba la economía. Durante este proceso, en los países afectados, el Estado se redujo y debilitó sustancialmente. Francis Fukuyama anunció que la historia había llegado a su fin. Y ello debido a que la evolución de los sistemas políticos había terminado. Ahora el liberalismo reinaba supremo y el capitalismo era la forma adecuada de economía. Todo esto duraría para siempre y por lo tanto, la historia del desarrollo civilizacional había llegado a su fin.

La aparentemente imparable ola de democratización neoliberal, celebrada por Fukuyama en los años 90, ahora a comienzos del siglo XXI, ha perdido fuerza y ahora en todo el tercer mundo está en un franco proceso de retroceso. Distintas regiones “recientemente democratizadas”, están reaccionando decididamente, eliminando las distorsiones e incongruencia entre cultura y sistema político-económico. Los proclamados “valores universales” difundidos por las elites neoliberales, han resultado ser sólo los valores de una ínfima minora de la humanidad. La cultura noruega sólo encuentra similitudes en los países escandinavos, Holanda, Suiza, parte de Bélgica, parte de Alemania y la civilización anglosajona constituida por el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. El resto del planeta, o sea, la inmensa mayoría de la humanidad, sigue culturalmente apegada a formas tradicionales de gobernabilidad. En otras palabras, profundamente identificadas con la idea del filósofo rey. Esta idea señala que el poder debe ser centralizado, personificado, paternalista e idealizado. Un líder todo poderoso y sabio es muchísimo mas importante que todas las otras instituciones de una democracia que se ha corrompido, debido a la no compatibilidad entre ésta y el carácter nacional de los pueblos donde ella se ha tratado de aplicar.

Los trágicos intentos que los anglosajones han hecho por introducir su sistema a sangre y fuego en el oriente medio, ha marcado un punto de inflexión. La tragedia del Líbano, Palestina, Irak y Afganistán son testigos de la increíble estupidez política de tratar de imponer un sistema político y económico que no es congruente con su sistema cultural. La reacción a esta barbaridad politológica se está haciendo evidente en todos los rincones del tercer mundo. Los países islámicos eligen democráticamente líderes cuyo público y confesado programa, es acabar con la democracia liberal. Lo mismo sucede en Asia, África y América Latina. No obstante, lo que está sucediendo entre los países herederos de la Unión Soviética es aún mucho más importante y significativo.

En este sentido, es sumamente relevante hacer referencia a un reciente manual de historia publicado en Rusia, para ser usado por los estudiantes de ese país. El manual se titula “Una Historia Moderna de Rusia (1945-2006): Un manual para Profesores de Historia”. El manual empezará a ser usado el próximo año en todas las escuelas de Rusia. Este trabajo ha sido preparado bajo las órdenes del Kremlin y particularmente tiene todo el apoyo del presidente Putin. En varios capítulos este libro destaca el gobierno de Stalin, señalando que a pesar de la inmensa propaganda en su contra, este gobernante aún tiene el 50% de aprobación por parte de los rusos. A este líder se le adjudica un rol fundamental en la gran victoria sobre el nazismo. El manual es sumamente crítico de todos los políticos que destruyeron la Unión Soviética a fines de los años 80. El texto reconoce la enorme represión que Stalin impuso sobre la sociedad en su época, pero la justifica como necesaria debido a la guerra fría impuesta por los Estados Unidos. La altísima concentración de poder en manos del dictador, fue lo que el país necesitaba y que la ciudadanía reclamó y obtuvo este tipo de gobierno. El manual concluye que este autoritarismo fue una condición básica para la sobrevivencia del país. El manual es sumamente crítico de Gorbachev y lo culpa de ser causante del lento desarrollo económico de los años 80. También lo acusa de haber perdido la zona de seguridad en el centro y el este de Europa. Se lamenta que hoy día las bases de la OTAN están a sólo una hora de San Petesburgo. Pero aún más criticada es la gestión de los gobiernos liberales que arruinaron y humillaron al país en la década de los años 90. Se argumenta que los rusos liberales creyeron en la benevolencia de los anglosajones, pero que estos los trataron como a una sociedad derrotada e intentaron colonizarla. Los Estados Unidos prosiguieron una política anti rusa tratando de crear satélites en Ukrania, Georgia y los estados del sur de la ex Unión Soviética.

En su parte final, el libro da las pautas para el futuro. El manual recomienda volver a las tradiciones y a la gobernabilidad congruente con el alma rusa. La idea central es una nueva movilización de los recursos y particularmente la consolidación del poder en manos de un líder todopoderoso. La economía debe ser nacionalizada. Se argumenta que si ella depende del capital extranjero y de los términos impuestos por el mercado mundial, el país no puede defender sus intereses. El último capítulo del manual expone la teoría de Vladislav Surkov, quien es miembro de la academia de ciencias y jefe de los ideólogos del Kremlin. Surkov argumenta que Rusia necesita un sistema político congruente con su carácter nacional. Rusia debe olvidar las normas de conducta impuesta por los anglosajones, ellas son presiones externas inaceptables. El sistema político y económico que Rusia necesita, está predeterminado por su carácter nacional. Este tiene una nostalgia instintiva por la mano dura, justa y poderosa. La centralización del poder, la personificación y la idealización es el motor que dirige la cultura política rusa. Un líder poderoso y sabio es muchísimo mas importante que otras instituciones, en el hecho, es la institución más importante.

Conclusión

Un sentimiento similar al ruso se extiende por todo el tercer mundo. El medio oriente, África y Asia, están reconociendo que sin el apoyo de su base cultural, ningún sistema político puede funcionar adecuadamente. La misma idea se hace cada vez más potente también en América Latina. La conclusión de todo esto es obvia, sin respeto a sus valores civilizacionales más sagrados, ninguna sociedad puede funcionar adecuadamente y sobrevivir. Y por supuesto, la cohesión social se convierte en un sueño irrealizable.

Pero ningún grupo humano se resigna a perder para siempre su sentido de comunidad y tarde o temprano termina por revelarse y cambiar su situación. El ser humano es un animal social y es por ello que abandonó la ley de la selva que impera en el resto de los animales. Creó comunidades y luego civilizaciones hace ya muchos miles de años atrás. La necesidad de fraternidad y asociatividad está en el ADN del ser humano, si esta necesidad no puede satisfacerse debido a ideologías que imponen un individualismo salvaje, la segregación, la exclusión y la división social; el resultado invariablemente es la inestabilidad extrema y el caos social. Pero a larga, ninguna sociedad sobrevive en un ambiente de desorden constante y así invariablemente se vuelve al orden natural de la cosas.

América Latina al parecer ha decidido poner fin al terrible calvario que se inició a comienzos del siglo XIX. Sueña con una sociedad unida, cohesionada y mucho más justa. Una sociedad que se transforme en una verdadera comunidad y donde sí exista un generalizado sentimiento de simpatía y fraternidad compartido por todos sus ciudadanos. El primer grito de esta nueva revolución lo dio Cuba en 1959 y ahora voces similares se repiten desde el Río Grande a la Patagonia. En pocos años más se celebrará el nacimiento del liberalismo en Iberoamérica. Este fue un triste engendro que nació por equivocación, nunca logró desarrollarse y vivió una vida raquítica, miserable y sometida a decisiones elaboradas en otras latitudes. Ahora viejo y enfermo este defectuoso engendro espera la hora de su muerte. Es de esperar que en el año 2010, después de 200 años de sufrimiento se le dé santa sepultura y se le deje por fin descansar en paz.


· Doctor en Ciencia Política Universidad de California (Los Ángeles). Trabajó por 20 años como jefe de proyectos de Naciones Unidas en el área del desarrollo de la Administración Pública en Centro América, África y Asia. Actualmente se desempeña como profesor titular en Ciencia Política en la Universidad de Los Lagos Campus Chinquihue.

domingo, 2 de diciembre de 2007

AMERICA LATINA Y LA TEORIA DE LA CONGRUENCIA


AMERICA LATINA Y LA TEORIA DE LA CONGRUENCIA.

F. Duque Ph.D
Profesor Titular Ciencia Política.
Universidad de los Lagos. Campus Chinquihue
Noviembre, 2007.


En forma sumamente abreviada la Teoría de la Congruencia en ciencia política (primero elaborada por los clásicos principalmente Aristóteles, pero que ahora su mayor exponente es Harry Eckstein), señala que una sociedad es congruente cuando su sistema económico y político es altamente compatible con los valores dominantes de su sistema cultural. En otras palabras, las formas de producir y consumir asi como también las formas de gobernarse están sólidamente basadas en valores culturales que se han desarrollado a través de siglos y milenios. Así por ejemplo, la sociedad Noruega tiene una alta congruencia entre sus valores democráticos y capitalistas con el sistema económico y político que ese país tiene. Los noruegos aman a la libertad bastante más que a la igualdad. Las decisiones se toman razonadamente y por consenso y no por imposición autoritaria. Es así como la familia es democrática, la escuela es democrática, la fabrica es democrática, el sindicato es democrático, la oficina es democrática, la iglesia es democrática y así todas las estructuras sociales son igualmente democráticas. Todo esto determina que el sistema político también sea democrático y funcione muy bien. Los poderes legislativo, ejecutivo y judicial funcionan adecuada y democráticamente. Por otro lado, la ética de trabajo protestante (amor por el trabajo productivo individualista, propensión al ahorro, la inversión, la filantropía y a la alta motivación de logro); también es congruente con la economía social de mercado que los noruegos tienen y por lo tanto ella por supuesto funciona muy bien.

En el lado opuesto del espectro político se puede presentar a Cuba. El sistema político y económico cubano también es congruente con su cultura. Ellos por su tradición histórica, prefieren el liderazgo centralizado y paternalista de un solo líder, y por lo tanto son autoritarios. Tienen motivaciones y valores altamente proclives al trabajo colectivo y a la distribución equitativa de la riqueza. Prefieren y enfatizan la igualdad y la justicia social por sobre la libertad individual. Consecuentemente aquí también existe una alta congruencia entre sistema político y económico con el sistema cultural y ella determina el buen funcionamiento de la sociedad cubana.

La teoría de la congruencia ha empezado a entenderse en América latina. Por doscientos años la región ha tenido un sistema liberal de gobierno y economía. Debido a una fundamental incongruencia con la cultura y civilización latinoamericana, éste ha sido un rotundo fracaso. Ahora las sociedades latinoamericanas están cuestionándose este modelo a fondo. Por miles de años la región se desarrolló bajo un sistema de gobierno autoritario y una economía colectivista. Estas características se incrustaron aun más en el alma de la región durante los trescientos años del imperio español. Ahora a comienzos del siglo XXI sus pueblos y lideres están afanosamente trabajando por extirpar el cáncer de la incongruencia. Paulatinamente se ha ido dejando el modelo liberal y adoptando un modelo que mucho se asemeja al sistema monárquico discutido y analizado por Sócrates, Platón y Aristóteles.

Sin embargo, esta nueva “monarquía”, no tiene filósofos reyes hereditarios, pero sí tiene monarcas temporales apoyados por la mayoría de la ciudadanía. La condición básica para que estos monarcas temporales tengan éxito, es que ellos gobiernen en beneficio de las grandes mayorías y el interés común. El monarca temporal puede seguir en el poder si hace bien su trabajo. Su periodo de gobierno se extiende indefinidamente si el pueblo lo respalda con elecciones populares o con las fuerzas de las armas o mejor aún, con ambas características.

Naturalmente este ha sido el caso de Cuba desde 1959 y hoy parece ser el caso de Venezuela. A largo plazo candidatos para esta nueva forma de gobierno son: Argentina, México, Colombia, Brasil, Paraguay, Bolivia, Ecuador y Centro América. La monarquía temporal y popular, sí es congruente con los valores fundamentales de la cultura Iberoamericana. Ella tiene sus profundas raíces incrustadas en la historia de la región. Por miles de años, antes del siglo XIX, la región fue gobernada por los filósofos reyes de las civilizaciones azteca, maya y andina. Luego esta tradición continúa por trescientos años más bajo el imperio Español. Puede así decirse, que las seudo repúblicas oligárquicas han sido sólo un aberrante paréntesis histórico y que la región esta gradualmente volviendo a sus tradiciones ancestrales. Si las monarquías temporales y populistas tienen éxito, pronto todo el continente habría así vuelto a la senda de un proceso de evolución civilizacional interrumpido a comienzos del siglo XIX.


La división social aguda (unos poquísimos ricos y una inmensa mayoría de pobres) que sufre la región, es producto directo del cáncer de la incongruencia, es decir, la incompatibilidad entre el sistema político-económico aún dominante con el sistema cultural. Las nuevas monarquías temporales y populistas están eliminando dicha incongruencia y volviendo a un sistema político paternalista y autoritario, y también a la economía colectivista, estatista e intervensionista, que por miles de años fue el sistema natural de América Latina. Solo este nuevo sistema monárquico populista podrá ser capaz de recuperar la cohesión social a la que aspiran los pueblos al sur del río grande. Este sistema político sí que es altamente congruente con la historia y los valores fundamentales de la civilización latinoamericana.

La aparentemente imparable ola de democratización neoliberal, celebrada por Fukuyama en los años 90, ha perdido fuerza y ahora en todo el planeta está en un franco proceso de retroceso. Distintas regiones “recientemente democratizadas”, están reaccionando decididamente y eliminando las distorsiones entre cultura y sistema político-económico. Los cacareados “valores universales” proclamados por las elites neoliberales, han resultado ser sólo los valores de una ínfima minora de la humanidad. La cultura noruega sólo encuentra similitudes en los países escandinavos, Holanda, Suiza, parte de Bélgica, parte de Alemania y la civilización anglosajona constituida por el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. El resto del planeta, o sea, la inmensa mayoría de la humanidad, sigue culturalmente apegado a formas tradicionales de gobernabilidad. En otras palabras, profundamente identificadas con la idea del filósofo rey. La idea es que el poder debe ser centralizado, personificado, paternalista e idealizado, un líder todo poderoso y sabio es muchísimo mas importante que todas las otras instituciones de una democracia que se ha corrompido, debido a la no compatibilidad entre ésta y el carácter nacional de los pueblos donde ella se ha tratado de aplicar.

En este sentido, es sumamente relevante hacer referencia a un reciente manual de historia publicado en Rusia, para ser usado por los estudiantes de ese país. El manual se titula “Una Historia Moderna de Rusia (1945-2006): Un manual para Profesores de Historia”. El manual pasará a ser usado el próximo año en todas las escuelas de Rusia. Este trabajo ha sido preparado bajo las ordenes del Kremlin y particularmente tiene todo el apoyo del presidente Putin. En varios capítulos este libro destaca el gobierno de Stalin, señalando que a pesar de la inmensa propaganda en su contra, este gobernante aún tiene el 50% de aprobación por parte de los rusos. A este líder se le adjudica un rol fundamental en la gran victoria sobre el nazismo. El manual es sumamente crítico de todos los políticos que destruyeron la Unión Soviética a fines de los años 80. El texto reconoce la enorme represión que Stalin impuso sobre la sociedad en su época, pero la justifica como necesaria debido a la guerra fría impuesta por los Estados Unidos. La altísima concentración de poder en manos del dictador se argumenta que fue lo que el país necesitaba y que la ciudadanía de hecho reclamó y obtuvo este tipo de gobierno. El manual concluye que este autoritarismo fue una condición básica para la sobrevivencia del país. El manual es sumamente crítico de Gorbachev y lo culpa de ser causante del lento desarrollo económico de los años 80. También lo acusa de haber perdido la zona de seguridad en el centro y el este de Europa. Se lamenta que hoy día las bases de la OTAN están a sólo una hora de San Petesburgo. Pero aún más criticada es la gestión de los gobiernos liberales que arruinaron y humillaron al país en la década de los años 90. Se argumenta que los Rusos liberales creyeron en la benevolencia de los anglosajones, pero que estos los trataron como a una sociedad derrotada e intentaron recolonizarla. Los Estados Unidos prosiguieron una política anti rusa tratando de crear satélites en Ukrania, Georgia y los estados del sur de la ex Unión Soviética.

En su parte final, el libro da las pautas para el futuro. El manual recomienda volver a las tradiciones y a la gobernabilidad congruentes con el alma rusa. La idea central es una nueva movilización de los recursos y particularmente la consolidación del poder en manos de un líder todopoderoso. La economía debe ser nacionalizada. Se argumenta que si ella depende del capital extranjero y de los términos impuestos por el mercado mundial, el país no puede defender sus intereses. El último capítulo del manual expone la teoría de Vladislav Surkov, quien es miembro de la academia de ciencias y jefe de los ideólogos del Kremlin. Surkov argumenta que Rusia necesita un sistema político congruente con su carácter nacional. Rusia debe olvidar las normas de conducta impuesta por los anglosajones, ellas son presiones externas inaceptables. El sistema político y económico que Rusia necesita, está predeterminado por su carácter nacional. Este tiene una nostalgia instintiva por la mano justa y poderosa, la centralización del poder, la personificación y la idealización es el motor que dirige la cultura política Rusa. Un líder poderoso y sabio es muchísimo mas importante que otras instituciones, en el hecho es la institución mas importante.

Un sentimiento similar al ruso se extiende por el mundo. El medio oriente,
África y Asia, están reconociendo que sin el apoyo de la base cultural, ningún sistema puede funcionar adecuadamente. La misma idea se hace cada vez más potente también en América Latina. La conclusión de todo esto es obvia, sin respeto a los valores civilizacionales más sagrados, ninguna sociedad puede funcionar adecuadamente (para mayor información sobre el nuevo manual de historia de los rusos, sírvase ver “The Economist”, Noviembre 10, 2007, Pag 67).

EL ENGAÑO LIBERAL Y EL SUBDESARROLLO CHILENO

EL ENGAÑO LIBERAL Y EL SUBDESARROLLO CHILENO

F. Duque Ph.D.
Profesor titular Ciencias Políticas
Universidad de Los Lagos
Octubre de 2006

Hace un par de años en abril de 2004, me tocó participar en un seminario internacional sobre desarrollo latinoamericano en la universidad de Louisiana. A mi me tocó presentar un trabajo de investigación recientemente terminado sobre el desarrollo chileno. En ese trabajo se hace una periodización del desarrollo chileno que incluye siete etapas bastante diferenciadas.

La primera etapa comprende los años 1810 a 1829 y el desarrollo per cápita anual promedio fue negativo. En este período, chile perdió gran parte de su capacidad productiva y esto debido a las guerras de independencia primero, y luego, al caos, guerras civiles y anarquía que dominaron casi toda la segunda década de nuestra vida independiente.

La segunda etapa va de 1830 a 1860, en parte, gracias al liderazgo de Portales y Rengifo la economía se recuperó del abismo al que había caído a finales de los años 20 del siglo XIX. Para 1833, ya se había recuperado la capacidad productiva perdida con la anarquía. Entre 1834 y 1860 la economía creció aceleradamente convirtiendo este período en la época de oro del desarrollo económico chileno. El desarrollo anual per cápita de estos 30 años dorados fue de alrededor de un 9% por año.

Un tercer período va de 1861 a 1874 y el crecimiento anual per cápita fue de alrededor de un 7% por año. Todavía aquí dominaba el modelo estatista-intervencionista portaliano.

Un cuarto período va de 1875 a 1894y el crecimiento promedio per cápita fue de un 4% anual. Este es un período de transición importante, caracterizado principalmente por la penetración de la ideología liberal. El quinto período se extiende entre 1894 y 1938. En esta etapa, los liberales dominan el sistema político. La economía sufrió un largísimo período de estancamiento, donde el crecimiento per cápita promedio fue prácticamente negativo. Aquí Chile sufrió con todo rigor la fuerza destructiva de no menos de 4 grandes crisis globales, siendo la más destructiva la de 1929. Durante todo este periodo hubieron grandes caídas en el ingreso seguidas de grandes recuperaciones para volver a caer una vez más.

El sexto período se extiende entre 1938 y 1973. Aquí la economía volvió a crecer sostenidamente, pero a un paso mucho más lento que durante el siglo XIX. El crecimiento anual promedio per cápita fue de solo un 3% por año. Finalmente tenemos el período 1974 – 2002 donde la velocidad del crecimiento real, una vez más, prácticamente se paraliza ya que el crecimiento anual per cápita promedio fue de sólo 0.5%. Debido a dos gigantescas crisis (1974 – 1976 y 1982 – 1984) recién en 1994 se obtuvo el ingreso per cápita promedio que se había tenido en 1972. (US $ 3500 en dólares de 1994) Se creció aceleradamente entre 1994 y 1997 año en que se alcanzan los 5600 dólares per cápita. Pero debido a la crisis asiática de 1998 se vuelve a caer a 4000 dólares en 2002.

En este séptimo periodo, el crecimiento chileno fue muy similar al período de 1894 – 1939. Esto quiere decir que la economía bajó y subió como en una montaña rusa. Cayó tres veces a abismos productivos de los cuales logró salir dificultosamente. Pero en general estos dos períodos fueron caracterizados por un crónico estancamiento en la larga caminata hacia el progreso. Ambas etapas, 1894 – 1938 y 1974 – 2002 pueden considerarse como etapas perdidas para el desarrollo económico chileno.

¿Que explicación puede darse para este tan complejo fenómeno? Tal vez sea una coincidencia, pero las tres etapas peores (1818 – 1829; 1894 – 1939; 1973 – 2002) han sido etapas liberales. Es decir, se entregó el desarrollo al sector privado (se adoptó la economía de mercado). Se redujo drásticamente el rol del Estado como promotor y regulador del proceso de desarrollo. Se privatizan las empresas estatales y se eliminan las barreras aduaneras, desmantelando así todo el sistema proteccionista de la industria nacional. De esta manera, el sector privado chileno se constituye en el único motor del desarrollo nacional.

Por el contrario, en los periodos en que si se produjo el desarrollo sustentable y sostenido (sin catastróficas crisis) fueron los dos períodos intervencionistas en la historia económica del país. Primero la república portaliana (1830 – 1891) y luego la república social demócrata o Estado de bienestar (1939 – 1973). Aquí la economía funcionó con dos poderosos motores. El sistema de empresas estatales-industriales y el enorme aparato regulador del Estado por un lado, y por otro, el sector privado chileno debidamente protegido por un sofisticado sistema proteccionista. En ambos períodos la economía fue dirigida por líderes pragmáticos que se preocuparon de alcanzar un crecimiento balanceado, basándose en la industrialización, la economía mixta y la proteccion de los sectores más débiles de la población.

Curiosamente, en una reciente investigación de la London School Economics and Political science, se llega a las mismas conclusiones. Es decir, un sistema de economía mixto altamente diversificado, fuertemente inclinado hacia la industrialización, inteligentemente proteccionista (se abre a la tecnología extranjera pero rechaza las inversiones extranjeras en materias primas y defiende su industria) parecen ser la clave del éxito de casi todos los países que se han logrado desarrollar después de la segunda guerra mundial o que han avanzado significativamente hasta el desarrollo

En efecto, se indica que los países que desobedecieron el consenso de Washington y tiraron a la basura el dogma neoliberal son los países que hoy están desarrollados. Todos ellos han alcanzado altísimas tasas de crecimiento. Japón alcanzó un promedio de 8% entre 1950 y 1980, Taiwán alcanza un promedio de 8,6% entre 1960 y 1995; Hong Kong 7.7% entre 1960 y 1995; Malasia 6,9% entre 1960 y 1995; Singapur 8,4% entre 1960 y 1995; Corea del Sur 8,19% entre 1960 y 1995; Tailandia 7,5% entre 1960 y 1995; China 9% entre 1980 y 2006; India 6% entre 1980 y 2006. Todos ellos han mantenido políticas económicas e industriales que los colocarían como los grandes fracasados de acuerdo al criterio neoliberal. No obstante estos países, algunos de los peores alumnos del neoliberalismo, han obtenido las más altas calificaciones en el proceso de desarrollo. Otros que han tirado a la basura el dogma neoliberal tales como Rusia, Argentina y Venezuela también han alcanzado altas tasas de crecimiento per cápita en los últimos 4 años.

No obstante, con respecto a los buenos y obedientes alumnos del consenso de Washington , particularmente Latinoamérica, se dice textualmente: “sin embargo, desde que la mayoría de los países Latinoamericanos rompieran con su modelo de sustitución de importaciones (modelo cepalino) y empezaron a enfatizar las privatizaciones, la desregulación, el comercio internacional, la liberalización financiera, y la desregulación de los mercados de trabajo; el crecimiento de todos ellos se redujo a una fracción del crecimiento que había tenido en los ‘malos años’ de la era de sustitución de importaciones e industrialización” (ver: Robert H. Wade “Questions of fairness: in search of a just international economic order” Foreign affairs September – October 2006 pp. 136 – 143; ver también el reciente libro de este autor titulado: “Governing the market”)

De todo esto se puede concluir que el dogmatismo liberal ha engañado al mundo. La evidencia empírica señala claramente que los países con economía mixta, un robusto intervencionismo estatal y un proteccionismo inteligente han crecido muchísimo más rápido que aquellos países que han seguido el dogma liberal. Es de esperar que Chile aprenda esta lección antes que sea demasiado tarde.

SI MAQUIAVELO FUERA CHILENO

SI MAQUIAVELO FUERA CHILENO

F. Duque Ph.D.
Profesor titular Ciencias Políticas
Universidad de Los Lagos
Noviembre de 2006


Este cientista político nació en Florencia Italia y amaba profundadamente a su patria. Añoraba con nostalgia la grandeza que Italia había tenido durante la república romana.

El contexto que rodeaba a Maquiavelo era caótico. Se estaban produciendo gigantescos cambios en el modo de pensar y de actuar . Los italianos, así como en el tiempo de los griegos volvieron a usar la razón y el método científico. Es decir, volvieron a utilizar intensivamente el lado izquierdo del cerebro. La magia medieval se transformó en medicina, la astrología en astronomía, la alquimia en química y física moderna, la poesía política en ciencia política, la religión primitiva, dogmática y fundamentalista se transformó en estudios e investigación bíblica, el arte de duelos y batallas en ciencia militar.

Todo esto provocó un nuevo despertar que se extendió como un tsunami por todos los espacios de la vieja sociedad medieval y empezó a dar a luz la sociedad moderna. En los aspectos económicos el cambio también fue gigantesco y paradigmático. Italia dio comienzo a la primera globalización que creó riquezas inimaginables para los pocos privilegiadas y pobreza para las grandes mayorías. Naturalmente estas grandes riquezas y el poder que ellas conllevan provocaron la corrupción extrema de las elites políticas y económicas de la época. Así, junto a espectaculares avances en la filosofía, las ciencias, las artes y la tecnología; también se desarrollaron los vicios más sofisticados y se cometieron los crímenes más horrendos. Por supuesto que la degradación moral fue extrema y generalizada. El caos, la guerra civil permanente el desorden y la corrupción se extendieron como un tsunami que inundó aún los espacios más sagrados de la cristiandad. Fue algo así como un nuevo castigo divino que se le impuso a la Italia renacentista por haberse atrevido a probar la manzana del saber prohibido.

Por toda Italia se extendieron gobiernos corruptos parecidos a la corrupta democracia ateniense que en su época criticó Sócrates, Platón y Aristóteles. Naturalmente que esta Italia corrupta y destrozada por el caos y las guerras civiles fue presa fácil de Estados mucho más poderosos y organizados tales como la España imperial y el poderoso reino de Francia. Italia fue dividida y sus distintas regiones se convirtieron en colonias de Estados más poderosos o en pequeños principados aparentemente libres pero en realidad vasallos de algún poder extranjero.

Este fue el entorno que rodeaba a Maquivelo cuando perdió su alto cargo público en la corrupta república de Florencia. Sumido en su desesperación económica escribió un panfleto que se tituló “El Príncipe” y esto con el objeto de ganar las simpatías del nuevo tirano florentino. Sin embargo no tuvo éxito y no tuvo más remedio que transformarse en un académico serio y así escribió “Los discursos de Tito Livio”, transformándose en el padre la ciencia política moderna. Maquiavelo era un verdadero patriota y demócrata de corazón. No obstante reconocía en forma realista que sus conciudadanos habían caído en las garras de la corrupción y esta había terminado por matar la democracia. Como creía fervientemente en la anaciclosis (teoría de los ciclos políticos), clamaba al cielo por que apareciera un príncipe nuevo. Un rey poderoso y bueno tal como siglos antes lo soñó Platón. Un líder de verdad que en su infinita bondad, sabiduría coraje y patriotismo salvara a Italia. Un rey que tuviera amor por sus súbditos, que impusiera orden en Florencia y luego reconquistara a sangre y fuego toda Italia, destrozando así a los enemigos internos y a los invasores extranjeros. Algo parecido a lo que habían hecho los duques de Cantabria al recrear el reino de Asturias, reconquistar toda la península Ibérica y luego fundar el imperio más grande que el mundo haya conocido. Maquivelo pensaba que una vez restablecido el honor italiano y creado un nuevo y poderoso Estado digno heredero de ambas, la gloriosa republica romana y la gloriosa república griega de Licurio; entonces a través de una educación masiva y de excelencia de toda la ciudadanía, poder crear el homus democráticus y con ello poner las bases de una nueva democracia. Es decir, una democracia parecida a la de Pericles, donde sí existían ciudadanos de verdad. O sea, patriotas que verdaderamente amaban a su país y su felicidad más completa consistía en poder participar y compartir activamente en la formulación, ejecución y adjudicación de las leyes. En otras palabras, ciudadanos que estaban capacitados y al mismo tiempo dispuestos a servir como gobernantes en pos del bien común y asimismo, capacitados para obedecer como gobernados en busca de este mismo bien común.

Si Maquivelo fuera chileno y analizara el cáncer de la corrupción que avanza inexorablemente por nuestro país atacando una a una sus instituciones, tanto públicas como privadas; entonces seguramente miraría el cielo y rogaría por el nacimiento de un verdadero líder que detuviera la marcha hacia el abismo al cual se está cayendo. Maquiavelo entendería perfectamente el porqué los pueblos de América Latina, desesperados por la corrupción impuesta por el neoliberalismo, lentamente van dando nacimiento a líderes que tratan desesperadamente por cambiar el rumbo suicida de nuestro continente. Así tenemos a Fidel en Cuba, López Obrador en México, Ortega en Nicaragua, Torrijos en Panamá, Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Correa en Ecuador, Umala en Perú, Evo en Bolivia, Kirchner en Argentina y Tabaré en Uruguay.

Maquivelo finalmente, rogaría que en nuestro país la presidenta escuche su susurro y haga para Chile lo que Indira Gandi hizo para la India.

EL SÍNDROME DEL MIEDO POSTLIBERAL

EL SÍNDROME DEL MIEDO POSTLIBERAL
F. Duque Ph.D.
Profesor titular Ciencias Políticas
Universidad de Los Lagos
Octubre de 2006

“El estado si quiere ser estable y sustentable debe tener una constitución congruente con los valores culturales de sus ciudadanos”. Esto lo dijo Aristóteles hace casi 2500 años atrás y los han seguido diciendo cientistas políticos en los años subsiguientes. Entre los más destacadas se pueden nombrar a Polibio, Maquiavelo, Bodino, Hobbes, Vico, Montesquieu, Hegel, Marx y Weber. En la actualidad la teoría culturalista es defendida por el funcionalismo, el estructuralismo, la teoría sistémica, la cibernética y en general la inmensa mayoría de la ciencia política contemporánea. Particularmente autores tales como Lipset, Almond, Verba, Coleman, Pye, Powell Huntington y particularmente Harry Eckstein. Este politólogo es el autor de la teoría de la congruencia que en forma muy resumida señala que el sistema económico, político y social debe ser compatible y congruente con el sistema cultural. Esto quiere decir que la democracia liberal y el capitalismo (sistema político y económico respectivamente) sólo funciona adecuadamente cuando la mayoría de los ciudadanos tienen en lo político, valores culturales favorables hacia la libertad individual, la responsabilidad y ética ciudadana, la participación política, el respeto por las opiniones ajenas, la asociatividad, la fraternidad y confianza en extraños y el amor por la comunidad y el país. En lo económico, la mayoría de los ciudadanos tiene lo que se llama “ética de trabajo”, es decir amar el trabajo no como medio de subsistencia, sino como medio para alcanzar la auto-realización. Por lo tanto, la mayoría es “trabajólica”, productiva y ahorrativa e invierte una gran proporción de sus ingresos. Los autores contemporáneos señalan que la democracia liberal y el capitalismo funcionan relativamente bien en lo países anglosajones porque llevan más de 1000 años de evolución y perfeccionamiento tanto de sus valores como de sus instituciones políticas y económicas. En cambio, sociedades que por un lado tienen una cultura autoritaria centralista, corporativa y por otro tienen valores favorables hacia el estatismo, proteccionismo, colectivismo y con una pobre ética de trabajo individual; invariablemente fracasan en sus intentos por construir un sistema liberal capitalista desarrollado. Lamentablemente todos estos intentos incongruentes terminan en rotundos fracasos y lo que es peor, crean condiciones sociopolíticas que hunden a las sociedades afectadas en el caos, la represión, y particularmente el miedo. La decadencia moral, económica, política y social es profunda y el precio se paga en miles de vidas humanas, la pobreza extrema y el subdesarrollo económico.

En el caso de Chile, los últimos 200 años parecen confirmar la teoría de Eckstein. Entre 1810 – 1829 se trató de construir la primera república liberal y naturalmente ello terminó en un rotundo fracaso. Luego, la segunda república liberal 1891 – 1920 también sufrió la misma suerte. El tercer intento liberal se inició en 1973 y ya se pueden detectar los primeros síntomas de su descomposición y eventual colapso.

El peso histórico del autoritarismo en lo político y el colectivismo estatal en lo económico es demasiado grande. Son muchos los siglos de historia. Primero las fuertes tradiciones culturales de un pueblo, como es la antigua civilización andina (varios miles de años) y luego las tradiciones autoritarias y colectivistas de varios siglos bajo el imperio español. Bajo este peso histórico abrumador, el liberalismo y capitalismo anglosajón no tiene nada que hacer.

La primera república liberal fue impuesta en Chile gracias a influencias externas. Principalmente derivadas de la revolución norteamericana y la revolución francesa. La segunda república liberal fue impuesta por el imperio británico a sangre y fuego a partir de 1891. La tercera república liberal fue impuesta por los Estados Unidos con la complicidad de la oligarquía y Pinochet. Las secuelas de la primera república sumieron a Chile en 10 años de anarquía y sufrimiento (1820 – 1829). Las consecuencias del segundo intento hundieron a Chile en los peores años de su vida republicana. “La cuestión social” es un eufemismo utilizado para señalar la gigantesca crisis social que sufrió la inmensa mayoría del pueblo chileno. Esto fue un martirio que duró casi 50 años, 1891 a 1938.

Los primeros síntomas del periodo sangriento de la “cuestión social” se dieron en la primera década del siglo 20. Marchas, huelgas, mítines, tomas de calles y plazas todas ellas invariablemente terminaron en masacres donde murieron miles de ciudadanos.

Un velo de miedo cayó sobre la sociedad chilena. Las clases obrera y campesina se transformaron en el enemigo interno y la oligarquía armada en la llamada “guardia blanca”, sembraba el terror por todas partes. El aparato estatal, lejos de resolver los problemas más apremiantes, de la “cuestión social” demostró una ineficiencia y corrupción asombrosa. Nada fue resuelto por el aparato público excepto la aniquilación de los dirigentes obreros y campesinos. Aquí el ejército y la policía demostraron una excepcional productividad. El ciclo de matanzas se inicia en Valparaíso en 1903. Los obreros casi muertos de hambre y bajo terribles condiciones laborales en los barcos y puertos, se declararon en huelga contra una compañía extranjera (Pacific Steam Navigation Co). Como resultado de esta masacre se produjeron docenas de muertos, cientos heridos y una enorme destrucción de la propiedad pública y privada. El detonante fueron disparos provenientes de las guardias blancas. La segunda matanza ocurrió en Santiago en octubre de 1905. La protesta se inició por el alza del precio de la carne. Se rompió el orden público, se saquearon negocios y se destruyó propiedad pública y privada. Nuevamente el detonante fue la violenta agresión al pueblo por parte de las guardias blancas. El resultado fue cientos de muertos y heridos.

Luego vino la matanza de Antofagasta en el verano de 1906. Una vez más la petición de los obreros era justa y razonable (más tiempo para almorzar), pero la compañía inglesa propietaria del ferrocarril, se negó a negociar. Los obreros son convocados a la plaza Colón, y una vez más son agredidos por las guardias blancas. El resultado fue de varios cientos de muertos y heridos.

La última matanza de este periodo tiene lugar en Iquique en diciembre de 1907. Aquí como en los casos anteriores, la guardia blanca provoca el conflicto, pero fueron las tropas del Estado las que masacraron al pueblo. Más de 3000 muertos y varios miles de heridos fue el resultado de este acto genocida. La asombrosa incapacidad e ineficiencia de las instituciones públicas impidió la resolución pacífica del conflicto social. Muchos políticos de la época sinceramente querían resolver las injusticias más aberrantes. Pero el Estado había sido reducido al extremo y desmantelado de todas las estructuras diseñadas para analizar y resolver demandas sociales. La única estructura intacta y no privatizada por los liberales fue el aparato coercitivo, (fuerzas armadas y policías). Este fue el aparato que se utilizó con un salvajismo poco común en el mundo civilizado. La oligarquía llena de pánico implementó un plan genocida contra el pueblo. Ahora, 100 años después, la historia parece repetirse. Una vez más el aparato estatal (gracias a los esfuerzos de los liberales) se ha reducido a su mínima expresión. No puede resolver con un mínimo de éxito las demandas sociales. Los funcionarios estatales necesarios para diseñar e implementar proyectos en forma eficaz y productiva no existen. La burocracia está politizada. Las órdenes políticas no se cumplen (un sólo ejemplo, aún hay niños sin almuerzos escolares ni pases para el transporte público en muchos lugares del territorio nacional).

La corrupta burocracia chilena sólo puede dar bienes y servicios virtuales (tales como subsidios ridículos o largas negociaciones con los ciudadanos afectados). Pero soluciones definitivas, eficientes y sustentables en áreas tales como educación, salud, transporte, vivienda, seguridad social, seguridad pública, justicia, energía, salarios, trabajo, deportes, etc., son por lo general un sueño aún muy distante.

El problema principal radica en que el pueblo (así como a comienzos del siglo 20) le ha perdido el miedo a la represión y sale a las calles a demandar sus derechos. Algunos ya han caído en la violencia. La oligarquía dominante (la misma del siglo 19 y del siglo 20) está entrando en pánico y demandando mano dura. No sería raro que de pronto se organicen nuevas “guardias blancas”. No obstante esta vez, la correlación de fuerzas es totalmente diferente a la que se dio a comienzos del siglo 20. Hoy existe la comunicación instantánea y las posibles futuras masacres seguramente serán difundidas por CNN a todo el mundo. Además, la elite chilena está relativamente sola en América Latina. En varios países de la región, las fuerzas armadas son progresistas y populistas. Pero lo más importante, es que los Estados Unidos seguirán por muchos años ocupados por sus fútiles, incongruentes e irrelevantes esfuerzos destinados a democratizar Asia y el medio oriente. Esta pérdida de recursos y de tiempo será la razón principal por la cual no se tendrán fuerzas militares para vigilar y disciplinar el patio trasero de su imperio.

Así como en la década anterior a la 1ª guerra mundial, el síndrome del miedo post liberal se está gradualmente extendiendo por el planeta y Chile naturalmente, no es una excepción.